Fallece a los 82 años el poeta y arquitecto Joan Margarit, premio Cervantes 2019

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El arquitecto y escritor Joan Margarit, premio Cervantes 2019, falleció en su casa de Sant Just Desvern
El arquitecto y escritor Joan Margarit, premio Cervantes 2019, falleció en su casa de Sant Just Desvern EUROPA PRESS

Luchó contra el cáncer hasta el final, con la pluma como arma contra la muerte

17 feb 2021 . Actualizado a las 08:47 h.

«Uno debe ser osado en la búsqueda pero humilde en el trabajo», gustaba de decir Joan Margarit (Sanaüja, Lérida, 1938) cuando hablaba de que su tarea tenía claras similitudes con la de un cazador que sale a recorrer el monte, pero en su caso la mirada se dirigía a los recuerdos, la memoria, las percepciones. La posible genialidad que se podía intuir en esta labor audaz, matizaba, solía estragarse en su paso al negro sobre blanco; es ahí, en el papel, donde cabía entregarse desnudo y dispuesto a un trabajo arduo y callado, carente de glamur alguno, si acaso urdido en la soledad. De ahí, de esta modesta empresa de bruñido, ha de salir, incidía, un poema que muestre un aspecto limpio, que posibilite al menos una primera lectura clara, sencilla, aunque después -y eso también es deseable- queden abiertas otras más ambiguas, sutiles, cuyos niveles de interpretación ofrezcan nuevas y más profundas revelaciones.

Margarit, que era arquitecto de profesión -y de gran prestigio-, concedía a la poesía una de las cualidades más valoradas en un casa, en un hogar, la de refugio, un amparo que, aseguraba, en este mundo áspero e inclemente, apenas se podía encontrar en otros lugares como la filosofía, la religión o la música. A lo mejor, tenía que ver mucho que el autor leridano no concebía la belleza y, por tanto, la poesía sin el sustento de la verdad.

El editor de Proa, Josep Lluch, corroboraba este martes a Europa Press que, como se trasluce en su libro de memorias de infancia y juventud Para tener casa hay que ganar la guerra, Margarit buscaba en la poesía «alguna cosa que lo refugiase» en sentido espiritual.

Y, algo que debe reseñarse, lo que se dice para su poesía sobre esta obsesión por perseguir la verdad y la belleza casi puede reproducirse literalmente cuando se habla de su magnífica prosa. Quizá porque estas búsquedas están incluso también en el Margarit lector o incluso el traductor cuando disfruta de autores como Elizabeth Bishop, Machado, Juan Ramón Jiménez, Rilke, Gabriel Ferrater, Joan Vinyoli, Thomas Hardy o Pere Quart.

Margarit, desde luego, palabra a palabra, logró erigir un edificio de acogida, un hermoso refugio que hace muy poco, a mediados de noviembre del 2019, le fue reconocido con el premio más importante de las letras hispanoamericanas, el Cervantes. Entonces el fallo elogió «la honda trascendencia y el lúcido lenguaje siempre innovador» de su obra, que además había conseguido forjar en dos idiomas diferentes, el castellano y el catalán, hasta el punto de que, señalaba, representa «la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran maestría».

El poeta falleció este martes a los 82 años en su casa barcelonesa de Sant Just Desvern a causa de un cáncer, que le fue diagnosticado hace menos de un año. El autor leridano luchó contra la enfermedad hasta el final, esgrimiendo la pluma como arma contra la muerte, siguió escribiendo, incluso durante el confinamiento de la pandemia -la misma que le impidió recibir en Alcalá de Henares el Cervantes que los reyes le entregaron en diciembre en un acto de carácter «íntimo y familiar»-, y pronto aparecerán esos poemas póstumos.

Y es que dejó listo para imprenta el que será su último poemario, Animal de bosque, que publicará el sello Visor. La editora Nicole Brezin anunció que llegará a las librerías en quince días y que el texto está marcado por la enfermedad. «En él reflexiona mucho sobre la vejez y la muerte», subrayó. Será en versión bilingüe, ya que, como recordó Brezin: «Él siempre dijo que escribía los poemas al mismo tiempo en catalán y castellano, y que no eran una traducción. De su escritura, lo que más me llama la atención es su precisión y la capacidad para conmover». Proa publicará la edición catalana, Animal de bosc, que no tiene todavía fecha de salida. Es un poemario relativamente largo, anotó Lluch, lo que muestra que Margarit ha escrito mucho en los últimos meses.

No hace mucho, el 4 de noviembre del 2019, el poeta depositó un legado en el Instituto Cervantes de Madrid -en la caja número 1019 de la cámara acorazada, que se abrirá el 11 de mayo del 2038, fecha en la que se cumplirá el centenario de su nacimiento: dos volúmenes inéditos, uno en catalán y otro en español- durante un acto en el que reivindicó tajante: «Soy un poeta catalán, pero también castellano, coño». Nunca publicó un libro sin su versión en español, insistió para admitir que era un idioma que «un señor llamado Francisco Franco» le impuso «a patadas». «Ese castellano no se lo pienso devolver ahora», objetó para agregar, eso sí, que su lengua materna era el catalán.