María José Llergo: «Cantando en un bar ya se nota si una artista es una estrella o no lo es»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

María José Llergo, en un reciente concierto en Barcelona, en el festival Vida 2021.
María José Llergo, en un reciente concierto en Barcelona, en el festival Vida 2021. Alejandro García | Efe

El Atlantic Fest de Vilagarcía recibe a una de las figuras musicales del momento

13 jul 2021 . Actualizado a las 15:41 h.

La pandemia hizo que María José Llergo no explotara con toda su intensidad en el 2020. Todo parecía preparado para la eclosión. A finales de enero salía su excepcional debut, Sanación (2020). De inmediato, se colocaba en las portadas de los medios especializados, los carteles de los festivales y el corazón de los buscadores la nueva gran figura musical nacional. Todo aquel impacto se dio de bruces a mediados de marzo con el confinamiento. Ella le quita importancia: «Toda la vida me he adaptado a las circunstancias que me han ido tocando. Y esta pandemia ha sido una más». Este jueves actúa en el Atlantic Fest de Vilagarcía de Arousa (20.30 horas, 18 euros).

-Aparecía entonces como la estrella pop del año.

-Las estrellas lo son incluso cuando el cielo está nublado y nadie lo ve. No hace falta que salgan en una portada ni que canten en un teatro. Cantando en un bar ya se nota si una artista es una estrella o no.

-¿Seguiría cantando aunque no la hubiera fichado Sony?

-Por supuesto, aunque nadie me viera. Es mi vida.

-Le puso como condición que no podían tocar nada de su obra. ¿Tenía miedo de perder el control?

-Es que mi obra, mi voz y mis letras es la máxima libertad que yo tengo en el mundo. Eso no lo iba a cambiar por dinero. Lo lógico era hablar en ese momento con ellos, para que estuvieran al tanto de mis intenciones.

-«Sanación» invoca la idea de la música curativa. ¿Lo es?

-Para mí, sí. Es mi forma de desahogarme y lo ha sido siempre. Por eso mi música no es negociable y no es un producto, sino que se trata de mi manera de sobrevivir y de hacer belleza de algo que a priori no lo es.

-¿Una salvación en su vida?

-Totalmente. Pero creo que para todos. Se ha visto claro en la pandemia. La gente necesita el arte. Es un alimento para el alma. En una sociedad enferma existen otras medicinas diferentes a las que nos tomamos habitualmente.

-Tuvo una juventud agitada. ¿La música cumplía ese papel?

-Por supuesto.

-Y se abrazaba al flamenco tradicional, en lugar de a la música pop que sonaba en la radio y que, por edad, le correspondía.

-Escuchaba las dos cosas. El pop estaba por todas partes y no tenías más remedio que escucharlo. Lo disfrutaba. Pero también escuchaba, por parte de mi familia, lo más tradicional, como los cantos de mi abuelo. Sin darme cuenta, han forjado un rasgo de mi personalidad superfuerte.

-En el disco se puede escuchar la voz de él, al principio.

-[Risas] Sí, con la azada.

-Conoció el flamenco por la transmisión oral, pero también se formó. ¿Se puede aprender flamenco en una academia?

-El saber no ocupa lugar. Lo que tienes lo tienes. Si aprendes más, puedes tener un campo más amplio donde correr y jugar. Yo creo que la pureza del cante está ahí y hay que vivirla y conocerla para valorarla. También, escuchar a las personas mayores, porque son instituciones vivas. Luego, hay que aprovechar las oportunidades que nos dan las otras instituciones. A mí me dieron la oportunidad de estudiar violín. Lo toqué diez años. Eso me da una óptica a la hora de componer que no me la da lo otro. Pero cuando compongo desde la parte técnica busco la intuición que tengo cuando canto con mi abuelo en el campo.

-Los conocedores del flamenco usan siempre un término: «la verdad». ¿Cuál es esa verdad?

-La que tiene cada uno dentro. Esa que no nos atrevemos a sacar, porque nos da cosa. O creemos que no importa. Por ejemplo, la verdad de los sentimientos. Te avisan de lo bueno y de lo malo. Muchas veces, al racionalizarlo, se opaca y te da a atender que los sentimientos no importan. Si yo no escuchase a esos sentimientos, este disco no hubiera salido.

-¿Siente la necesidad emocional de conocer lo que le precede?

-Totalmente, pero no solo en lo artístico, sino en lo personal. Si tú desconoces la historia que está tras los cantes es imposible que los entiendas. Si desconoces lo que te precede, es imposible que comprendas el presente.

«El flamenco no me necesita a mí para renovarse»

En Sanación se cruzan a veces los caminos del flamenco y el pop atmosférico. Nana del Mediterráneo genera en ese sentido una sensación casi onírica. Al interpretarla la artista experimenta una purificación interior: «Cuando consigo entregarme por completo es lo más. Nada depende de mí ni de mi pensamiento. Simplemente, tengo que entregarme y sentir cómo la música fluye a través de mí. Eso me encanta. No siempre ocurre, pero siempre lo busco. Unas veces el duende está y otras no. Pero si está y tú no te entregas no lo vas a sentir», dice Llergo.

-¿Es una continua búsqueda del duende la trayectoria de un artista?

-Es entrega. Saber hacerlo. Dejar a un lado el ego.

-¿Cómo?

-Que no importes tú, sino la música, el mensaje y lo que hay detrás de las letras. Es como si fuera un cristal y lo que esté por encima de ti se proyectase en ese cristal. Es muy místico todo eso. No sé si me explico bien. En canciones como Nana del Mediterráneo me cuesta mucho no llorar, porque hablo de una realidad muy difícil.

-No se recrea en la tradición, sino que compone mirando adelante.

-Tengo la raíz y la tierra marcadas, pero compongo. El cuidado que tengo es el no perder de donde vengo. Pero me gusta mucho componer y escribir. Mi disco es un disco de autor, no se puede llamar flamenco tradicional. Ni quería que así fuera.

-¿Se siente una renovadora?

-El flamenco no me necesita a mí para renovarse. Es algo que la sociedad ha tomado porque existe y lo transmite. Tiene una profundidad y unas letras que son un reflejo del pueblo. Mientras existan pueblos oprimidos y precariedad, el flamenco estará ahí. Yo simplemente soy una muchacha que se expresa libremente. No creo que sea una renovadora ni imprescindible para el flamenco, pero, sin embargo, sí sé que el flamenco es totalmente imprescindible para mí.

-Muy contundente.

-[Risas] Es que a veces hablo tan abstracto en las entrevistas que tengo miedo de no estar explicándome bien, que no se entienda lo que quiero decir.

-Transmite la idea de que tiene una misión, con seriedad y un discurso armado. ¿Es así?

-Sí, para mí además eso es vital. Por eso no lo cambio por nada. Ni por todo el dinero del mundo.