Felizmente, el virus no consiguió derrotar el cine grande

Miguel A. Fernández

CULTURA

09 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron dos años duros, con las salas a punto de agonizar y las plataformas creyéndose las reinas del mambo (aunque se mantienen como los dueños de la pasta) gracias a al covid-19 y sus paranoias. Los Óscar, esa fiesta privada tantas veces denostada, que organiza una Academia de 9.487 miembros en casi un centenar de países, relucirán en marzo un papel notarial: la muy buena salud del cine en su doble vertiente autoral e industrial, y el deseo del público por regresar a la pantalla grande. Por mucho que sigan tropezando en la incoherencia de elegir diez películas, en las que cinco sus directores no cuentan… Y menos mal que no sucumbieron a la presión de las major para crear el Oscar al filme más popular que se llevaría Spider-Man: No Way Home. Bueno, bueno…

Más allá de la espina que se saca Almodóvar con su Madres paralelas, al colocar a Penélope Cruz como mejor actriz y a Alberto Iglesias en la música, frente al ninguneo de El buen patrón en la categoría internacional (aunque a cambio se hará con el Goya el próximo sábado), y más allá de que Javier Bardem se cuele con la muy normalita Ser los Ricardo, mirando a los diez aspirantes a mejor película, se concluye que hay mucho cine grande (y de sala oscura), incluso el producido por las plataformas. Es el caso de El poder del perro y No mires arriba, ambas de

Netflix); y Coda: los sonidos del silencio, de Apple TV, aunque la marca de la manzana no logró colocar la muy arriesgada Macbeth, de Joel Coen.

A cambio, quizá también influenciados por la campaña de Martin Scorsese desde Los Angeles Times, los académicos hicieron justicia a Guillermo del Toro y su excelente El callejón de las almas perdidas, reconocida con tres candidaturas a sus apartados técnicos, aunque se hayan olvidado de sus dos actores principales —Bradley Cooper y Kate Blanchett- y del redondeado guion adaptado por el propio Del Toro junto a Kim Morgan. Otra vez se incorpora, en justicia, el eterno

Spielberg, que logra la coherencia de colocar su magistral y renovada versión de West Side Story (injustamente maltratada por la taquilla) al tiempo que seis categorías más, entre ellas director, aunque se irá de vacío. Para pleno triunfo personal, el del japonés Ryusuke Hamaguchi aspirando a mejor director, guionista y doblemente en cuanto a película (se hará con el Óscar internacional), beneficiado por lo plurinacional de la masa votante, que bienvenida sea en tiempos de cine global. Cerrar con una doble reflexión: en esta semana varios de estos títulos regresarán a las salas a la busca y captura de espectadores despistados, otros tirarán de streaming. Concluyendo, felizmente el virus no derrotó al cine grande.