Juliette Binoche: «Me han llamado del cine americano para ser "la esposa de" y he dicho no»

OSKAR BELATEGUI SAN SEBASTÍAN / COLPISA

CULTURA

VINCENT WEST

Juliette Binoche recibió el Premio Donostia de manos de Isabel Coixet

19 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Juliette Binoche dijo que no a Spielberg y prefirió rodar Azul de Kieslowski antes que Parque jurásico. El director la volvió a llamar para Indiana Jones y la última cruzada y La lista de Schindler, pero la actriz estaba embarazada y rechazó de nuevo las ofertas. «Yo digo como Édith Piaf: no me arrepiento de nada», ha confesado en San Sebastián una estrella asociada al mejor cine de autor, que ayer recibió el primer Premio Donostia de esta edición de manos de su amiga Isabel Coixet. Compromiso y glamur. Esa es la esencia de esta diva europea que si en algún momento coqueteó con blockbusters, como Godzilla, en los últimos tiempos ha dejado claro que prefiere trabajar con los Haneke, Kiarostami, Cronenberg, Assayas…

«Soy una actriz que busca en sí misma, necesito algo que me despierte y confrontarme con el guion», contó Binoche, a la que seguimos asociando con éxitos de los 90, como Herida y, sobre todo, El paciente inglés. «Yo no sé si en los 80 y 90 el cine era mejor que ahora», reflexionó. «Ocurre que con el tiempo se destila lo mejor y solo nos quedamos con esas películas. No puedo hablar en términos globales del cine, pero ahora también hay verdaderos artistas a los que admiro y con quien trabajo, como Christophe Honoré, Claire Denis o Julia Ducournau, con quien estoy rodando una serie».

Nacida en París en 1964, Juliette Binoche saltó a la fama tan pronto recibió su graduación en el Conservatorio. Corría el año 1985 y Jean-Luc Godard la incluyó en el reparto de Yo te saludo, María. Dos años más tarde y siguiendo el ejemplo de compatriotas como Catherine Deneuve o Isabelle Adjani, la actriz rodaba en Hollywood a las órdenes de Philip Kaufman La insoportable levedad del ser. Desde entonces, su rostro se asoció a producciones de qualité: Cumbres borrascosas, El húsar en el tejado y, por supuesto, El paciente inglés. Su personaje de enfermera compasiva en el filme de Anthony Minghella le proporcionó un Óscar en 1997.

Binoche recordó en San Sebastián que trabajar con el recientemente fallecido Godard no fue fácil. El casting duró meses y en las pruebas tenía que estar desnuda peinándose el cabello mientras recitaba un poema. «En aquella época trabajaba de cajera en unos grandes almacenes para poder pagarme el teléfono donde recibía los mensajes», apuntó. «Tenía conjuntivitis de rascarme los ojos después de tocar tantos productos. Y aquel contraste entre lo que sentía y lo que me pedían como actriz permanece en mi memoria». Al final, Godard no la escogió para aquel papel, pero creó un personaje para ella. «Entonces entendí que el director no siempre es esa persona que va a ayudarte. Con Jean-Luc no tuve una relación fácil, buscaba algo que no encontraba. Había que estar siempre su disposición. Aprendí que este oficio no es ir al patio del colegio y que no había que esperar que te apoyaran, sino estar siempre preparada».

La actriz, que vive desde hace años en Nueva York, ha visitado en cuatro ocasiones San Sebastián y este año fue el rostro del Zinemaldia en una fotografía de Brigitte Lacombe para el póster. Vino con película Fuego, con la que la directora francesa Claire Denis ganó el Oso de Plata a la Mejor dirección en el Festival de Berlín y que cuenta en su elenco con Vincent Lindon. Llegará a los cines españoles el próximo 30 de septiembre. A sus 58 años, Binoche no sufre la falta de papeles como otras actrices de su edad.

«No sé si tengo mucha suerte o es porque trabajo con ciertos realizadores en Francia y Europa», reflexiona. «Quizá esa falta de papeles la sufren actrices en un tipo de cine más codificado. Porque en este oficio hay que saber decir que no. A mí me han llamado del cine americano para ser “la esposa de” y he dicho que no. No hay que entrar en un sistema que solo nos ve de una manera, hay que atreverse a saltar y trabajar fuera de los códigos machistas. A mí me criaron así y los sé detectar».