¿Más de 1.000 euros por una entrada de un concierto? Los precios desorbitados han llegado a Galicia

CULTURA

Los integrantes del grupo estadounidense Guns N' Roses, Axl Rose y Slash, durante una actuación en Madrid
Los integrantes del grupo estadounidense Guns N' Roses, Axl Rose y Slash, durante una actuación en Madrid VICTOR LERENA

Los tickets vip del concierto de los Guns N' Roses en Vigo alcanzan los 1.156 euros, e incluyen un tour entre bastidores y subir al escenario antes del concierto

28 mar 2023 . Actualizado a las 17:05 h.

Los precios populares de los conciertos de nuestros artistas favoritos van camino de convertirse en una reliquia del pasado. Ahora, la pregunta de muchos fans ya no es si ir o no ir a un concierto o de si conseguirán sacar la entrada ante las colas virtuales, sino si se lo pueden permitir. A la subida de los precios en plena inflación se suman otros dos factores que parece que han venido para quedarse: las entradas vip y los precios dinámicos.

Y, por primera vez, y para sorpresa de todos, un concierto en tierras gallegas tiene una entrada vip que supera los 1.000 euros, la de de los Guns N' Roses en el estadio de Balaídos, en Vigo. Concretamente, 1.020 euros, a los que se suman 136 más por gastos de gestión. Un total de 1.156 euros para aquellos que quieren disfrutar de la gran banda rock en una experiencia vip que va más allá de la música.

Las entradas vip no son nuevas en Galicia. Ya el año pasado habían estado disponibles, por ejemplo, en el concierto en A Coruña de Rosalía, la artista española más internacional en estos momentos. Pero la diferencia entre entradas no era tan exagerada. Frente a los 59 euros del ticket más básico o los 81,50 de la entrada general, el pase VIP costaba 297 euros, es decir, 5 veces más. Esta opción, la más costosa, incluía ventajas como el acceso anticipado al recinto, varios regalos de merchandising y atención por parte del staff vip.

Pero nada que ver con el precio de estas entradas vip disponibles para el concierto de los Guns N'Roses en Vigo, que superan ya los 1.000 euros, y son 18 veces más caras que las más asequibles. Lo cierto es que esta opción, bautizada como Ultimate Package, se parece más a los cofres experiencia que fueron tan populares hace unos años que a un ticket de un concierto.

Por ese precio, los asistentes pueden hacer primero un tour entre bastidores, hacerles preguntas a los personas que forman el equipo de la banda estadounidense —pero no a los propios miembros del grupo— sobre cómo se prepara el espectáculo, y además subir al escenario antes del concierto para fotografiarse con los instrumentos del grupo de hard rock. Quienes paguen ese precio, se llevarán también una púa de guitarra exclusiva, y también algunos regalos de merchandising.

Esa es solo uno de los seis tipos de entradas vip disponibles en el concierto de Guns N' Roses, aunque el resto no se acercan a ese precio. Las siguientes que dan acceso a la zona vip, con cátering y bebidas incluidas, ya cuestan bastante menos de la mitad (395,5 euros, sumando los gastos de gestión).

La cultura de las experiencias exclusivas para usuarios vip está cada vez más extendida entre los grandes artistas y, de hecho, las de los Guns N' Roses no son las más caras que podemos encontrar en un concierto en territorio español. Por ejemplo, el concierto de Beyoncé en Barcelona cuenta con unas entradas para zona vip que cuestan la friolera de 3.000 euros.

Esta nueva tendencia no está exenta de críticas ante el clasismo que supone para eventos populares de masas. De hecho, hace solo un mes, la banda indie española Lori Meyers se vio obligada a cancelar las entradas golden y vip de su concierto en Madrid ante las críticas enconadas de muchos de sus fans.

Los precios dinámicos, una estrategia cada vez más común

A los desorbitados precios de ese tipo de ticket vip se une una modalidad de venta de entradas cada vez más común, que se conoce como «precio dinámico», y que también se aplica en el concierto de los Guns N' Roses de Vigo. Este método supone que las mejores entradas del recinto no tienen un coste fijo, sino que este fluctúa en función de la oferta y la demanda. El capitalismo más salvaje también ha llegado a los conciertos de rock.

Un algoritmo al que ya estábamos acostumbrados en las aerolíneas, en Uber o en los hoteles y que ahora se aplica también en la música en vivo, con unas consecuencias jugosas para los organizadores, pero potencialmente desastrosas para el público general: en algunos casos, el precio ha llegado a multiplicarse por 10. Aunque, por supuesto, en una teórica situación de conciertos que no se llenen, también podrían llegar a ser más baratas que su precio original.

La idea surgió en parte, supuestamente, para combatir el «expolio al fan» que provocaban las reventas de entradas, pero, al final, lo único que ha cambiado es que, en vez de enriquecerse particulares anónimos, lo hacen las propias promotoras. Los problemas que hasta ahora siempre habíamos achacado a la compraventa de tickets son ahora ya una parte integral de las plataformas de venta.

El método ya lleva un tiempo planteado. Hace unos años, en época prepandémica, uno de los altos ejecutivos de WME Entertainment, Marc Geiger, no se cortaba un pelo a la hora de explicar en el portal Billboard cuál era su escenario ideal: «La idea de que un consumidor va a sentarse en la primera clase con un ticket económico es un remanente de lo que yo solía llamar “los precios socialistas del rock and roll”, y espero que poco a poco vayamos hacia una economía del mercado». Así, sin paños calientes. Y zanjaba: «Si a la gente no le parece bien el precio de una entrada, pueden comprar una más barata o directamente no ir».

Los planes que tenía en mente el directivo tuvieron un recorrido corto, porque llegó la pandemia para cerrar todas las grandes salas de conciertos y los eventos masivos de golpe. Pero, como un efecto rebote, esa idea latente regresó, multiplicada, en la recuperación de los grandes eventos de masa de la pospandemia.

Los artistas, parte del problema

Por supuesto, gran parte de la culpa de esto la tienen los altos ejecutivos y las plataformas de venta de entradas, pero no son solo ellos los responsables. Quienes deciden si se establece el sistema de precios dinámicos en cada gira son, en última instancia, los artistas. Y las grandes bandas de masas son, además, las mayores beneficiadas de este sistema perverso que no hace más que expulsar a buena parte de los fans de las salas de conciertos.

El problema es que, incluso cuando la intención de algunos artistas es buena, las plataformas de venta no siempre lo ponen fácil. Hay un caso reciente con gran repercusión. En su última gira por Estados Unidos, The Cure acordó de forma cerrada poner sus tickets a precios populares, unos 20 dólares. Sin entradas platino ni precio dinámico, para evitar los precios inflados o el clasismo de las zonas vip, y, además, nominales e intransferibles, para evitar la reventa abusiva. La sorpresa de los fans fue que, cuando fueron a comprar sus entradas en Ticketmaster, los gastos de gestión elevaban el precio final por encima del doble del coste de la propia entrada. Unos tickets que tenían que haber costado 20 dólares no se podían comprar por menos de 43.

Una sorpresa que no fue solo para los fans, sino también para el propio Robert Smith, líder de la banda, que montó en cólera y comenzó una campaña para exigirle explicaciones y una rectificación a Ticketmaster. La empresa, ante la insistencia de Smith por defender a sus seguidores, dio finalmente su brazo a torcer, y, según anunció el propio músico británico, quienes hubieran adquirido las entradas ya recibirían reembolsos parciales de esos elevados gastos de gestión.

Robert Smith se ha convertido ahora en un héroe para muchos de un problema que no hace más que crecer y volverse más habitual. Y su lucha particular deja abierta la puerta a la esperanza de que, en algún momento, vuelva a ser posible ir a los conciertos de nuestros grupos favoritos sin, para ello, tener que pedir un crédito al banco.