Milan Kundera, el escritor que aunó con éxito narración y filosofía

x. f. REDACCIÓN / LA VOZ

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«La insoportable levedad del ser» convirtió al autor checo en una estrella

12 jul 2023 . Actualizado a las 21:53 h.

El escritor checo Milan Kundera falleció este miércoles a los 94 años tras una larga enfermedad. El autor, que residía en Francia desde 1975, escribió su obra en la lengua de su país de adopción tras abandonar el checo como su medio de expresión. Sus posiciones disidentes durante el régimen comunista de su país natal lo llevaron a exiliarse en Francia y perder su ciudadanía checa. En 1979 se le concedió la nacionalidad francesa.

Nacido en Brno en 1929, sus primeras inclinaciones parecían llevarlo al terreno de la música y seguir los pasos de su padre, musicólogo y pianista, pero muy pronto se pasó a la literatura. La poesía y el teatro fueron los primeros géneros que cultivó y, a pesar de que no se alineaba con el realismo socialista que exigían las autoridades checas y de rigor entre los creadores de la Europa oriental. En 1967 publicó su primera novela, La broma, que reflejaba el ambiente asfixiante y con un punto surrealista de la represión a la que se encontraban sometidos los círculos culturales. Las autoridades tomaron nota, la novela desapareció de las librerías y Kundera perdió su empleo como profesor.

Tras su expulsión del Partido por «actividades anticomunistas», Kundera decidió exiliarse en Francia en 1975. El régimen lo despojó de la ciudadanía checa cuatro años más tarde y 1981 pasó a ser ciudadano honorario francés. Fueron años en los que todavía escribía en checo, pero a partir de La inmortalidad, en 1988, se pasó al francés como lengua literaria.

En 1984 entró en el estrellato literario con La insoportable levedad del ser. La novela estaba ambientada en los sucesos de la Primavera de Praga de 1968. A partir de la vida cotidiana de dos parejas, la narración se teñía de reflexiones filosóficas sobre las relaciones amorosas y las infidelidades, la existencia y sus complejidades, todo ello bajo el eterno retorno de Nietzsche. El impulso que recibió Kundera por la defensa y promoción de su obra a cargo de su colega norteamericano Philip Roth le abrió numerosas puertas. Y la adaptación por el director de cine Philip Kaufman de La insoportable levedad del ser, con Juliette Binoche y Daniel Day-Lewis en los papeles protagonistas, llevó su celebridad a un nuevo terreno.

Sin embargo, Kundera no quedó satisfecho con la versión fílmica de su libro. Aquello marcó el inicio de un distanciamiento público. Dejó de conceder entrevistas, rara vez hacía apariciones y durante años solo se comunicaba a través de artículos o de su propia obra literaria.

En el 2008 se vio obligado a romper su silencio con motivo de unas acusaciones de delación. Según la investigación de una revista checa, en los archivos del régimen comunista se encontraba una ficha que daba cuenta de una supuesta delación por parte de Kundera de un compañero de la facultad de Filosofía, desertor del servicio militar y espía de Estados Unidos, quien se libró de milagro de la pena de muerte y cumplió una pena de 14 años de trabajos forzados. Kundera negó en todo momento las acusaciones, pero el suceso impactó en la reputación de quien estaba considerado el emblema de la disidencia checa. En su defensa salieron Roth y también Salman Rushdie y J.M. Coetzee, quienes aseguraban que no había ninguna base sólida que sustentase el caso. Finalmente, en el 2019, recuperó la ciudadanía checa y, aunque visitó el país en alguna ocasión, su hogar, físico y literario, ya se había enraizado en Francia.

El francés, lengua literaria

En francés publicó sus siguientes obras, La lentitud, La identidad y La ignorancia, entre finales de la década de los 90 y el nuevo siglo. En el 2006 por fin se autorizó la publicación de La insoportable levedad del ser en la República Checa, por lo que el país le concedió su Premio Nacional, aunque no acudió a recogerlo. Su última obra, una novela breve, data del 2014. La fiesta de la insignificancia es un elogio y reivindicación de esta condición; de nuevo, esa mezcla marca de la casa de filosofía y narración, le valía para plantear cuestiones de calado existencial incardinadas en las vidas comunes.

Cuando se ocupó del oficio de escribir, en libros como El arte de la novela, reconocía el magisterio de Miguel de Cervantes. En su opinión, el autor del Quijote debía figurar no solo como inventor de la novela, sino también de la modernidad, junto a Descartes. «¿A quién o a qué me siento ligado?: ¿a Dios? ¿a la patria? ¿al pueblo? ¿al individuo? Mi respuesta es tan ridícula como sincera: no me siento ligado a nada salvo a la desprestigiada herencia de Cervantes», escribió en el ensayo.

Entre otros galardones recibió también el premio Jerusalén y el Franz Kafka, además del gran premio de la Academia Francesa al conjunto de su obra. El novelista español Javier Marías lo nombró en el 2010 duque de Amarcord de su ficticio Reino de Redonda. Pese a figurar todos los años en las quinielas del Nobel, Kundera ha fallecido antes de que la Academia Sueca le haya concedido la distinción.

Milan Kundera en cinco libros

«La broma»

Los totalitarismos se prestan a la sátira y eso hizo Kundera en su debut novelístico. Su protagonista bromea con la figura de Trotski y el aparato comunista, lo que le acarreará consecuencias muy negativas. La novela y la película que inspiró fueron prohibidas.

«La insoportable levedad del ser»

El libro que convirtió a Kundera en una estrella. Las andanzas de Tomás y su esposa Teresa, junto con la amante de él, Sabina, y Franz, a su vez amante de la amante, en la Praga de 1968. Amor, existencia, arte y política.

«La inmortalidad»

La despedida de Kundera de la lengua de su país natal, ya que a partir de este libro escribiría su obra en francés. Como en la novela anterior, la trama gira en torno a dos parejas, aunque también introduce personajes históricos como Napoleón o Beethoven.

«El arte de la novela»

El volumen reúne varios ensayos en torno a la visión que Kundera tiene de la novela y su propia experiencia como autor. Reconoce su deuda con Cervantes y se detiene en otros clásicos como Kafka, Joyce y Balzac. Se cierra con un personal diccionario.

«Un Occidente secuestrado»

Este mismo año se publicó este pequeño librito que reúne un discurso de 1967, donde, en pleno régimen totalitario, Kundera abogaba por la autonomía de los creadores, y el artículo que le da título, una polémica intervención de 1983, con un intenso debate.