Venecia desafía la cultura de la cancelación programando a Polanski, Woody Allen y Luc Besson

José Luis Losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

Los actores Carey Mulligan y Bradley Cooper, en un fotograma del filme «Maestro».
Los actores Carey Mulligan y Bradley Cooper, en un fotograma del filme «Maestro». Netflix

Fincher, Linklater, Lanthimos, Larraín, Michael Mann y Sofia Coppola en una sección oficial que supera el nivel de cine del último Festival de Cannes

31 ago 2023 . Actualizado a las 18:21 h.

Sobre este 80.º Festival de Venecia que comienza este miércoles se ciernen aguaceros meteorológicos que amenazan con sacarnos cada día de las salas de proyección en vaporetto. Y la más gravosa borrasca de la huelga de guionistas y actores en Estados Unidos, que privará a la alfombra roja del habitual puente aéreo entre Hollywood y el Lido. Pero Alberto Barbera continúa su crescendo no poco abrumador por plantar cara al intocable Cannes. No sé si esta persecución será un imposible, como el de la carrera de Aquiles y la tortuga.

Y sin embargo la lista de firmas de la Mostra es una exhibición de poderes. Sumar en la lucha por el León de Oro a Michael Mann —con Adam Driver encarnando a Ferrari—, a David Fincher en The Killer, a Sofia Coppola y su Priscilla —sobre la esposa de Elvis— y a Bradley Cooper en su debut tras la cámara con la gran historia de amor hetero del declaradamente gay Leonard Bernstein en Maestro colmaría los sueños húmedos de la francesa Croisette.

Pero además, la Mostra eleva el nivel del cine autoral, donde su programación solía mostrar ciertas lagunas venecianas. Por aquí desfilará Hit Man, que es lo último de Richard Linklater, el cine político de Ava DuVernay y de Pablo Larraín, quien en el 50.º aniversario del golpe en Chile vuelve sobre Pinochet en El Conde. Hay comprensible anhelo por ver Evil Does Not Exist, lo nuevo de Ryuichi Hamaguchi, tras el aldabonazo de Drive My Car. Otro de los filmes-evento de esta cita es Poor Things, del amante de los extremos Yorgos Lanthimos. Sus imágenes de Emma Stone como novia cadáver rediviva por un mad doctor anuncian apoteosis o debacle.

Otro indagador continuo en la iconoclasia es el francés Bertrand Bonello, quien promete experiencias fuertes con La Bête, protagonizada por Léa Seydoux. Y aún hay más: apúntense a Stéphane Brizé y al mexicano Michel Franco, en su salto a Hollywood con Memory —protagonizada por Jessica Chastain—, y a dos autores que abordan el drama de la inmigración clandestina: Matteo Garrone, que lleva a sus agonistas subsaharianos a Libia y Agnieszka Holland, que nos interna con una familia siria en la Bielorrusia del dictador Lukashenko.

Bayona y los Andes

En esta edición no hay película española a concurso —tampoco Venecia nos quiere ni mucho ni poco— pero sí tendremos en la clausura a J. Bayona y La sociedad de la nieve, que así se llama su recreación de la tragedia de los Andes, el avión uruguayo accidentado que pasó a los anales de lo morboso por el canibalismo forzado de los supervivientes. En la sección paralela Giornate degli Autore, el vasco Víctor Iriarte presentará Sobre todo de noche, con Lola Dueñas y Ana Torrent. Y también es —cómo no— marca España el coprotagonismo en el Ferrari de Michael Mann de Penélope Cruz, a la que adoran en la Mostra más que a Ana Rosa Quintana en la nueva Tele 5.

Hay moderada controversia con la selección para este festival de los filmes de Polanski, Woody Allen y Luc Besson. Los tres llevan el estigma de la acusación de violación o abusos sexuales, sobreseídos judicialmente los de Besson y Allen. Para este no es, pese a todo, viable rodar en Estados Unidos y ha tenido que realizar sus últimos trabajos en España, y en Francia en el caso de Coup de Chance, que se programa aquí. Polanski ya participó en la Mostra del 2019 con El oficial y el espía y ganó el Gran Premio del Jurado.

Los tres nombres sobrevolaron hasta el último momento Cannes pero su director artístico Thierry Frémaux lanzó pelotazo hacia arriba y despejó problemas. Un acto de hipocresía: parece olvidarse que buena parte de las peores juergas con abusos o violaciones por parte del condenado Harvey Weinstein tuvieron lugar en Cannes, territorio en el cual Frémaux actúa como virtual sheriff del condado. Pero nada supo o dijo sobre Weinstein antes del MeToo.

Personalmente, con independencia de las valoraciones judiciales o éticas sobre estas personas, el ostracismo creativo me parece reaccionario. Veremos sus películas y sobre ellas hablaremos en esta a priori epatante Mostra que —también en honestidad intelectual frente a la violencia de género— supera al melifluo Cannes.