La afición pide el León de Oro súbito para Matteo Garrone y su épica de la supervivencia de Dakar a Sicilia
CULTURA
![Matteo Garrone, rodeado del elenco de su filme «Io Capitano».](https://img.lavdg.com/sc/qXdHjhNvKqdgE9mMIy-SWqlOoAc=/480x/2023/09/07/00121694068922225213821/Foto/efe_20230906_154518557.jpg)
Ava DuVernay ofende a la inteligencia con sus tesis sobre las castas, el nazismo y la esclavitud afroamericana en la inaceptable «Origin»
07 sep 2023 . Actualizado a las 09:07 h.Venía la jornada prevista para cine de elevada conciencia política desde la óptica de los humillados. La afroamericana Ava DuVernay presentaba Origin, donde parece querer abarcar una historia universal de la iniquidad, desde la India de los intocables al nazismo, pasando por la esclavitud y segregación racial en los Estados Unidos.
Y el italiano Matteo Garrone nos iba a sumergir en la épica de los supervivientes del África subsahariana que cruzan desiertos, sobreviven a secuestros y surcan el Mediterráneo desde Libia hacia la plausible salvación. No es singularmente poderoso este Io Capitano de Garrone.
Pero ha tenido la fortuna -al final, los festivales son también golpes de suerte, como defendía aquí hablando de la vida y de la muerte Woody Allen hace dos días- de cruzarse con una propuesta fílmica e intelectual tan aberrante e inaceptable como la de Ava DuVernay.
Y, así, solo con tentarse la ropa, con no ofender en su película -y con un poco de patrioterismo de quien juega en casa-, Garrone y su joven capitán han invitado a que bastantes arrojados pidan ya el León de Oro súbito para su cinta. A Ava DuVernay se estudia si cancelarla como directora o enviarla a la escuela de terapeutas de egos subidos, para que no pueda repetirse algo del nivel de ignominia de Origin.
En realidad, DuVernay, que pasa por la consideración de canónica narradora del sometimiento y la lucha por sus derechos de los afroamericanos, fue siempre una interesante documentalista -muy recomendable su Enmienda XIII, sobre cómo el sistema penitenciario castiga a los negros en los Estados Unidos- y una zafia directora de ficciones. En cine, su referencia más conocida -y hace ya diez años de ella- es Selma, donde conduce hacia la inanidad uno de los momentos cimeros de la lucha por los derechos civiles que encabezaba Martin Luther King.
![Ava DuVernay, en la alfombra roja de la Mostra para la presentación de «Origin».](https://img.lavdg.com/sc/t7wTZqNUTM_4lEVv-WSjMT1lC8A=/480x/2023/09/07/00121694070302708325983/Foto/reu_20230906_172309983.jpg)
Pero no estábamos preparados para los niveles del osado insulto a la Historia y al Arte llamado Origin. En este filme, DuVernay plantea algo ya inasumible como punto de partida: dramatizar un ensayo histórico de Isabel Wilkerson titulado Casta: el origen de lo que nos divide. Esta editado en España pero yo me quitaría de la cabeza leerlo y mucho menos recomendarlo.
La peregrina y delirante tesis de la norteamericana Wilkerson -convertida en best seller en su país- pasa por equiparar la situación de la casta de los intocables -o dalit- en la India, la de los judíos en la Alemania nazi y la de los negros en los Estados Unidos.
En esa senda, sostiene que en esas aberraciones de la condición humana hay que olvidarse de conceptos como la clase o la raza. Y centrarse en la jerarquía de la casta. O sea, borremos de la memoria la influencia de todos los teóricos del racismo ario -Gobineau, Chamberlain, Rosenberg-, tiremos por la ventana la dialéctica ya no marxista sino hegeliana. Y hablemos de las castas.
Esta superchería intelectual parece haber fascinado a Ava DuVernay hasta nublarle el sentido. Y ello la lleva nada menos que a tratar de armar ese libro de tesis como drama que se desplaza con tanto descaro como frivolidad -y con un nivel artístico de pandereta- de la India al Berlín que prepara la Shoah. Y de ahí a los Estados Unidos donde los negros podían ser linchados. O a su situación presente, con esas casi sumarias ejecuciones policiales de ciudadanos sospechosos simplemente por el color de su piel.
Es tan inconsciente todo este excurso de DuVernay que no creo que se le puedan imputar otros delitos que la estupidez y el egotrip. Prefiero no hablarles de cómo se frivoliza -por ejemplo- con la Shoah, en unos planos del personaje de la escritora que protagoniza el filme, la actriz Aunjaoue Ellis-Taylor, acariciando los paneles de mármol del Monumento al Holocausto de Berlín como si le transmitiesen la calidez de los árboles de una robleda.
La odisea del Mediterráneo
El estado de cabreo -creo que colectivo, aunque hubo mentes previlegiadas que hasta aplaudieron Origin al final- generado por este engendro de Ava DuVernay contribuyó, sin duda, a lo que sucedió después.
Con el lapso de un café, pasamos de esa situación de espanto a Io Capitano, que es la quinta película italiana a concurso. Y -por cierto- la única que parece con opciones a premio porque todas las demás han sido una equivocada respuesta a Cannes.
El festival francés pareció herir en mayo el orgullo italiano al programar en la Croisette tres obras maestras de Moretti, Alicia Rohrwacher y Marco Bellocchio. Visto cómo le robaban todas las joyas de la corona del cine nacional, la Mostra optó por sobreactuar e inflacionar la presencia de filmes transalpinos en la competición. Son seis y hasta ahora, salvo el de Matteo Garrone, ni uno meritorio.
Y no es que con Io Capitano estemos ante ninguna proeza dramática. Se limita a ilustrar ese periplo infernal que conduce a los desesperados del África subsahariana a Europa cruzando el desierto del Sahel y tomando Libia como nada recomendable lanzadera hacia Sicilia.
Garrone personaliza esa odisea en dos adolescentes. No sé si es una idea del todo lícita ese acusado subjetivismo en lo que es una tragedia colectiva. Pero es asumible que a él le funciona a cierto nivel melodramático. Y eso a pesar de que el guion es como un via crucis laico que va procesando todos los pasos que conocemos de antemano: las estafas, las extorsiones, los secuestros, las violaciones, los abandonos en el desierto, el embarque en lanchas que parecen garantizar el final infeliz.
![Garrone, entre sus protagonistas Seydou Sarr y Moustapha Fall.](https://img.lavdg.com/sc/ZIGAkX0e9tiVujg-SX-6JtseFVE=/480x/2023/09/07/00121694070122348101623/Foto/reu_20230906_151016789.jpg)
Lo cierto es que el muchacho actor no profesional Seydou Sarr posee una mirada convincente y parece un premio Marcello Mastroianni a la mejor joven interpretación cantado. Pero Garrone va a por mucho más. El entusiasmo de la crítica italiana -y de no poca foránea- ante la película reclamaba el León de Oro poco menos que inmediato para Io Capitano. Y es probable que lo obtenga.
Bueno, es lo mejor que Garrone ha dirigido desde aquella tenebrista e irrespirable Gomorra que se llevó en el 2010 el Gran Premio del Jurado en Cannes. También es verdad que, desde entonces, solo podemos recordarle una obra estimable titulada Dogman. Y que lo último que había facturado el cineasta romano era un Pinocho que no tenías claro si iba de veras o se trataba de una fantasía fálica contada para niños. Io Capitano la respiran bien todos los públicos. Lo que quizás no sé si es la mejor señal para una obra que aborda la tragedia humanitaria del Mediterráneo como fosa común de nuestro tiempo.