Joaquín Galán (Pimpinela) «Lucía antes cantaba lo que callaban las mujeres y ahora lo que reivindican a voz viva y de frente»

Javier Becerra
Javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Pimpinela
Pimpinela cedida

El dúo Pimpinela actúa el próximo viernes en A Coruña dentro de la gira del 40.º aniversario

27 sep 2023 . Actualizado a las 12:30 h.

Han pasado ya cuatro décadas desde que Olvídame y pega la vuelta se convirtió en un éxito global en el mundo latino. Con ella Pimpinela colocó su fórmula teatral de hacer música en los hogares de miles y miles de personas. «Fue todo muy rápido, pero por suerte había ya diez canciones más como esa compuestas por nosotros para sostener ese primer éxito. Lo nuestro no era un tema aislado, sino un estilo respaldado por más canciones», recuerda Joaquín Galán que, junto a su hermana Lucía, conforman el dúo argentino. Esta semana llega Galicia de la mano de Cávea Producciones y el patrocinio de la Xunta-Xacobeo. Actuará en el Palacio de la Ópera de A Coruña el viernes 29 con todas las entradas vendidas desde hace semanas.

—Drama, riñas de pareja y portazos. ¿Es esa canción el canon de la canción de Pimpinela?

—No todas responden a ese patrón, solo la mitad. Pero sacábamos un álbum de diez canciones y las tres canciones dramáticas eran las que sonaban en la radio y las que la gente seguía. Nosotros mismos no podíamos competir con ello. Por alguna razón extraña la carga dramática, la letra y la forma de actuar de Lucía modeló el estilo. Eran y siguen siendo indestructibles, más allá de nuestra voluntad. Al ser humano le llama más la atención dos personas discutiendo que acariciándose.

—¿Eran conscientes de que estaban creando un género nuevo?

—Nos lo decían en un saludo que nos dieron para el concierto Emilio y Gloria Estefan. Recalcaban justamente eso: que habíamos creado un género nuevo. Muchas veces cuando estás dentro de la nave no sabes bien por dónde estás viajando. Esto tiene reminiscencias de la ópera, de la zarzuela y las comedias musicales, pero en eso de cantar sin mirar al público y concebir la canción como una pequeña obra de teatro no lo había hecho antes nadie. Buscamos algo muy diferente.

—Hay en ustedes un toque exagerado, muy de telenovela.

—Cuando estás encima de un escenario tienes que exagerar más. Si estás en un teatro y tus gestos no trascienden al final de la platea no sirven. Nuestra teatralización tiene que ser melodramática y un poco sobreactuada para que llegue al último espectador que está en la sala.

—¿Jugaron a ocultar que eran hermanos para mantener el suspense del público?

—No, al contrario [risas]. No había manera de que la gente nos creyera. La gente se quería aferrar a la idea de que no lo éramos. Nosotros queríamos andar por la vida diciendo lo que somos. Cuando ves una película y los actores se besan no son lo que son. Siendo hermanos, el límite siempre fue el contacto físico. Lo dijimos, pero no nos querían creer. En los primeros años íbamos de gira y nos insistían en darnos la suite presidencial en los hoteles para los dos. Y cuando pedíamos cada uno su habitación decían: «¡Qué mal se lleva este matrimonio!».

—¿El personaje del escenario llegó a incordiarle? ¿Lo ven por la calle como el malo de Pimpinela?

—No, nuestro público asumió que era algo imaginario, que duraba tres minutos. Se meten en la canción, se ven reflejados, pero al terminar se acaba todo y nos ven como hermanos. No nos han insultado nunca por la calle. A mí sobre todo, que soy el que supuestamente la hace sufrir a ella.

—¿No vuelcan el rencor de sus malas relaciones en usted?

—No, lo vuelcan con el marido que tiene al lado, que le dan codazos [risas]. Por suerte, no la agarran conmigo. Cantan a viva voz con Lucía como una catarsis y a mí me tienen cariño. Yo soy un personaje, el que tiene que aprender es la pareja.

—¿Ver a Pimpinela en pareja es entonces una mala elección?

—Sí, si vas con tu mujer te conviene dejar una butaca de por medio.

—En 40 años el modo de relacionarse ha cambiado mucho. ¿Ha afectado a Pimpinela?

—La mujer tiene una voz mucho más fuerte ahora que antes, afortunadamente. Pero eso es lo que fuimos haciendo con Lucía desde los ochenta. Su personaje es temperamental, defiende sus derechos y pone al machismo en su sitio. Eso sigue muy vigente y es más explícito. Antes Lucía cantaba lo que las mujeres callaban y ahora canta lo que reivindican a viva voz y de frente. La pareja ha cambiado. Si todo fuera como hace 40 años no seguiríamos ahí.

—¿En qué se notan estos cambios?

—Hablamos del matrimonio igualitario en Traición. Es una cena entre dos parejas. En un clima tenso uno tiene que decir que había engañado a alguien y cuando todo el mundo pensaba que uno de los dos hombres salía con la chica del otro al final se descubre que no, que la relación escondida de tiempo era entre los dos amigos. También tratamos la violencia de género en canciones como Cuéntale al mundo o Me levantaste la mano. Siempre vamos más allá.