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Nobel de literatura para Jon Fosse, que admira a Lorca y corregía a Knausgård

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Jon Fosse se mostraba ayer ?en la imagen? muy feliz, pero también abrumado, tras saberse ganador del premio Nobel de literatura. El escritor dejó el alcoholismo tras convertirse al catolicismo, y eso se refleja en su obra, con particular fuerza en «Septología», considerada su obra magna.
Jon Fosse se mostraba ayer ?en la imagen? muy feliz, pero también abrumado, tras saberse ganador del premio Nobel de literatura. El escritor dejó el alcoholismo tras convertirse al catolicismo, y eso se refleja en su obra, con particular fuerza en «Septología», considerada su obra magna. DPA ví­a Europa Press | EUROPAPRESS

El premio reconoce al dramaturgo noruego por «por dar voz a lo inefable»

22 oct 2023 . Actualizado a las 20:59 h.

[Como a otros premios] hay que agradecerle al Nobel que descubra para el lector autores desconocidos cuya obra literaria raya a gran altura y que estaban al alcance solo de ciertos avezados gourmets o eran populares apenas en sus países de origen. Así acaba de ocurrir este año con el dramaturgo, narrador y poeta noruego Jon Fosse (Haugesund, 1959), tan famoso en su patria como —¡nada menos!— Jo Nesbø y Karl Ove Knausgård. Y así ocurrió al menos con Halldór Laxness, Wis?awa Szymborska, Olga Tokarczuk, Svetlana Aleksiévich, J. M. Coetzee, V. S. Naipaul, Joseph Brodsky, Annie Ernaux o Yasunari Kawabata. En cada ocasión surgen multitud voces denigrando a los miembros de la venerable Academia Sueca, reprochándoles que Haruki Murakami, Michel Houellebecq o John Banville sigan sin el gran entorchado; Javier Marías, Thomas Bernhard y Kjell Askildsen hayan muerto sin el reconocimiento; y Borges, Tolstói, Proust, Kafka, Joyce y Pessoa encabecen la lista histórica de agraviados.

Lo mismo da si por omisión de otros (o error) llega Fosse al escaparate de la gran visibilidad de Estocolmo. Premiará, en todo caso, la literatura mayor y, de paso, la labor callada de dos corajudas editoras gallegas —Beatriz González y Silvia Bardelás— que hace cinco años pusieron en marcha el sello De Conatus. Y ya en el mismo 2018 apostaron por el escritor noruego con la publicación en español de Trilogía —en traducción de Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun—, una historia de amor entre dos adolescentes que van a tener un hijo y tratan con dificultad de salir adelante en un mundo hostil.

El secretario permanente de la Academia Sueca, Mats Malm, anunció el fallo subrayando el raro talento del escritor, dueño de un estilo tan personal y radical que fue bautizado como minimalismo Fosse. El jurado lo reconoce «por sus obras innovadoras y su prosa, que dan voz a lo inefable». Una obra, arguye, cuyo asunto central es la condición humana, «al margen del género», y que «presenta situaciones cotidianas que son al instante reconocibles en nuestras propias vidas».

El fallo elogia también la «radical reducción» del lenguaje de Fosse, que en sus dramas «expresa las emociones humanas más poderosas de ansiedad e impotencia en los términos más simples». Esa voz original, vanguardista y muy literaria fue lo que cautivó a Beatriz González y Silvia Bardelás, que decidieron ocuparse de autores minoritarios en lo que se refiere a las ventas que, consideraban, están muy descuidados por las grandes editoriales. «Para ellas, colocar 3.000 libros significa un fracaso, para un sello pequeño como nosotros es un éxito. Sabíamos que Fosse iba a ser un escritor de nicho, de minorías, pero creíamos que encajaba fenomenalmente en lo que queríamos hacer. Y desde el inicio lo hemos considerado como el mascarón de proa del proyecto De Conatus», relata Beatriz González. «Lo primero que publicamos fue Trilogía, una historia de la Noruega medieval y un texto sobre el que ahora se está haciendo una ópera en Viena. Y después nos comprometimos con la Septología, a medida que el autor iba terminando los libros que la conforman, y que hemos editado en cuatro volúmenes: el primero, El otro nombre (2019); y el último, Un nuevo nombre (2023)», explica, para añadir que en breve estará en las librerías reunido en un solo tomo de 790 páginas. «Está en imprenta, solo estábamos esperando el veredicto de la Academia Sueca para que en la biografía de la solapa no figurara la muletilla eterno candidato al Nobel si finalmente lo ganaba», ríe.

Y, efectivamente, Fosse, el dramaturgo que admira a Federico García Lorca y fue profesor de Knausgård —al que tachaba sus trabajos literarios hasta dejarlos en apenas un par de frases; «son dos opuestos, realmente», corrobora González— toma el áureo testigo de Annie Ernaux.

«No se llega más alto; después de esto, todo es cuesta abajo», augura el escritor y poeta

Jon Fosse reconoció estar «muy feliz y agradecido, pero abrumado», según anotó su editorial, Samlaget. El escritor, añade, prefiere ver este reconocimiento «como un premio para la literatura». «No se llega más alto que el premio Nobel; después de esto, todo es cuesta abajo», auguró. Ya en televisión, en la cadena noruega TV2, dijo estar habituado a figurar en el listado de favoritos de la Academia Sueca: «Estaba acostumbrado al suspense y a no lograrlo finalmente. Así que el premio, para mí, fue un poco inesperado», concluyó un autor parco en palabras que, pese a que es dramaturgo, cada vez se le aprecia más por su narrativa. Su irrupción en escena llegó en 1999 con la publicación del texto teatral Someone Is Going to Come. Desde su debut en 1983, con la novela Raudt, svart, ha escrito más de 55 obras entre teatro, novela, poesía y ensayo, recoge Europa Press.

Ahora le llega la consagración planetaria. Sus editoras en España eran tan escépticas como él, aunque creen que el hecho de que haya concluido su Septología fue decisivo. «No teníamos muchas esperanzas, porque últimamente el Nobel estaba sujeto a corrientes de pensamiento del momento: que si el feminismo, el año de Ernaux, que si diversidad de lenguas y culturas. Hay muchas veces que el Nobel no es un tema estrictamente literario, pero este año sí lo ha sido», refrendan satisfechas.

La grandeza de Fosse, elogian, es que uno lee dos páginas y está sintiéndose en el lugar que describe, porque trabaja muchísimo la relación de los personajes con la naturaleza: «Eres capaz de sentir frío a los dos párrafos si está narrando una escena nevada: te traslada allí, percibes la humedad en el cristal cuando cae el agua porque te lo está contando con gran maestría». Es muy conciso, pero muy rico a la vez, señala Beatriz González, y su forma de atraerte es casi hipnótica. Encuentra elementos comunes con Thomas Bernhard, por ejemplo, en «cómo maneja las cadencias repetitivas, que llevan al lector a un estado muy parecido a la meditación, aunque tiene un estilo distinto, carente del humor negro del austríaco. No diría que es místico, pero sí espiritual».

Fosse fue alcohólico —lo superó cuando se convirtió al catolicismo, era protestante— y le gusta pintar, lo que convierte a los protagonistas de Septología (un pintor y un alcohólico) en alter ego, y la obra, en un relato ficcionado de trasfondo biográfico en que reflexiona sobre el amor, la luz, la oscuridad, la religiosidad...

De Conatus, dos editoras gallegas tras el premio sueco

Beatriz González (Nigrán, 1967) y Silvia Bardelás (Vigo, 1967) son amigas desde los 9 años. Como suele suceder, la vida las llevó después por diferentes derroteros, pero se reencontraron tiempo más tarde en Madrid. Bardelás, que también es escritora —autora de la novela Destempo, traducida por Moisés Barcia al castellano—, estaba haciendo su doctorado sobre la Teoría de la novela, y González asistía a las clases de filosofía de Jordi Claramonte en la rama de estética. «Coincidimos de nuevo y empezamos a hablar de literatura, de lo que se estaba escribiendo —recuerda Beatriz González—. Yo, por aquel entonces, me estaba pasando al ensayo como lectora, porque la novela no me llenaba. Y pensamos: “Sabemos dónde están esos textos literarios que nos gustan y que nadie publica, pues vamos a publicarlos nosotras”. Y en febrero del 2018 nos lanzamos a la aventura». En estos cinco años han llevado a las librerías, por ejemplo, la dura comedia Los Netanyahus de Joshua Cohen —uno de sus nombres de cabecera, del que tienen dos títulos más— antes de que recibiera el premio Pulitzer, y Los árboles, con la que Percival Everett fue después finalista del Booker. Con las mismas premisas habían elegido a Fosse: «Estábamos buscando un tipo de autor muy muy literario, y él representaba exactamente lo que nosotras queríamos editar», incide González. Ahora están recogiendo los frutos del éxito que dan las cosas hechas con mimo, inteligencia y audacia.

Penguin Random House anunció ayer que comenzará a publicar la obra de Fosse en España.