La IA revela que «La virgen de la rosa» no fue pintada íntegramente por Rafael

miguel lorenci COLPISA

CULTURA

El algoritmo concluye que, como se sospechaba, el artista no realizó el rostro de San José

21 dic 2023 . Actualizado a las 18:14 h.

La inteligencia artificial ha llegado para cambiarlo todo. También en el ámbito del arte, donde los dictámenes de los algoritmos se aprestan a complementar, cuando no a suplir, a los de los de los expertos y conservadores. Y el algoritmo acaba de pronunciarse sobre el misterio que planea sobre una pieza maestra de Rafael Sanzio (Urbino, 1483-Roma, 1520) que se exhibe en el Museo Prado: La virgen de la rosa o Sagrada Familia con San Juanito, que ha intrigado a los conservadores y expertos del arte durante siglos.

La pintura representa a María, San José, el niño Jesús y al Bautista niño. Es una pieza espectacular que se consideraba obra de Rafael hasta que surgieron dudas, en el siglo XIX. Algunos historiadores arguyeron que debería atribuirse a su taller. Señalaron que la figura de San José parecía una aportación tardía y que no era posible que fuera de la mano de Rafael. Hubo quien planteó que la parte inferior, con la rosa, fue pintada por otro artista.

En España el cuadro siempre ha sido atribuido a Rafael, y así figura en la cartela del Prado. Pero el análisis mediante un sistema de inteligencia artificial desarrollada por Hassan Ugail, profesor de computación visual en la Universidad de Bradford, concluye que la mayor parte de la pintura es de Rafael pero que el rostro de José es de otra mano, según recoge el rotativo británico The Guardian.

De momento no hay comentarios desde el Prado, hasta que se conozca en profundidad el estudio británico. Según la página web de la pinacoteca «no hay duda sobre su atribución a Rafael». Pero recuerda que «la tradicional interpretación de las obras romanas del pintor como puzles en los que diferentes miembros del taller intervendrían en una u otra parte, ha hecho que algunos especialistas consideren la participación de la bottega en la ejecución de partes anecdóticas de los personajes».

«Los recientes estudios sobre la producción tardía de Rafael han demostrado que los métodos de colaboración eran más sofisticados, siempre controlados por el maestro y se limitaron a obras de gran tamaño», precisa el Prado en su información sobre la obra.

Alta precisión

Ugail ha explicado que el algoritmo se desarrolló tras observar con extraordinario detalle 49 obras no cuestionadas de Rafael y que «puede reconocer obras auténticas del artista con un 98 % de precisión». «El sistema observa una pintura con gran detalle. No solo los rostros. Analiza todas sus partes y aprende sobre la paleta de colores, las tonalidades, los valores tonales y las pinceladas. Entiende la pintura de forma casi microscópica, aprende todas las características que son la clave de la mano de Rafael», asegura el experto.

En el caso de La virgen de la rosa las pruebas iniciales señalaron que era de la mano de Rafael en un 60 %. El sistema analizó luego la pintura por secciones y concluyó que el rostro de San José «no era de Rafael».

El hallazgo se detalla en un artículo publicado en la revista Heritage Science. «El análisis del programa de IA de nuestro trabajo ha demostrado de manera concluyente que, mientras que las tres figuras —la Virgen, el niño Jesús y San Juan Bautista— son inequívocamente de Rafael, la de San José no lo es, sino que ha sido pintada por otra persona», asegura Howell Edwards, profesor emérito de espectroscopía molecular en Bradford y coautor del artículo.

Pintada hacia 1517, La Virgen de la rosa es un óleo sobre tabla pasada a lienzo, de 103 por 84 centímetros y se exhibe en la sala 049 del Prado. La primera noticia cierta sobre la presencia del cuadro en España data de 1657. Posiblemente se traspasó a lienzo en la primera mitad del siglo XIX, modificándose sus medidas y añadiéndose la banda inferior con la rosa que, irónicamente, da nombre a la obra.

Difícil datación

«La ausencia del soporte original y el desgaste de la superficie dificultan la datación del cuadro, que pudo haberse pintado hacia 1517, si bien no hay ninguna información sobre su comisión», precisa el Prado. «El carácter íntimo de la imagen, acentuado por la melancólica actitud de San José y María, su delicada iluminación y la presencia de la cortina del fondo, hacen pensar que se trata de una tabla de altar para una capilla de devoción privada», agrega.

En 1642 Wenceslaus Hollard grabó la composición a partir de una pintura perteneciente al Conde Arundel, una de sus hipotéticas procedencias. Ya en el siglo XVI existían en España copias de la obra, como las seis registradas en el testamento de 1589 del pintor florentino Beneditto Rabuyate, activo en Valladolid; la procedente de la colección del Conde de Monterrey (Museo de Valladolid), o la versión de Gabriel de Cárdenas (1588, Museo del Prado). En 1633 Vicente Carducho menciona en su taller una pintura de Rafael en mal estado que podría ser esta, lo que sugiere que estaba en Castilla desde una época más temprana.