Un Concierto de Viena lleno de estrenos

hugo álvarez domínguez

CULTURA

Christian Thielemann, director del concierto de año nuevo del 2024 de la Filarmónica de Viena
Christian Thielemann, director del concierto de año nuevo del 2024 de la Filarmónica de Viena FLORIAN WIESER

La Filarmónica ultima su actuación de Año Nuevo, con un programa repleto de novedades que va más allá de los valses de la familia Strauss

24 dic 2023 . Actualizado a las 10:24 h.

Faltan apenas unos días para que la Sala Dorada del Musikverein vienés acoja el tradicional concierto de Año Nuevo, que la Orquesta Filarmónica de Viena viene ofreciendo de manera casi ininterrumpida desde 1939. El concierto de música clásica más famoso del mundo (del que hay tres sesiones, el día 30 de diciembre a modo de ensayo general con público, el 31 de diciembre como Concierto de San Silvestre y el 1 de enero como Concierto de Año Nuevo) estará dirigido esta vez por Christian Thielemann, que asume el reto por segunda vez tras su experiencia en el 2019 y recoge el testigo de Franz Welser-Möst, que estuvo en el podio en el 2023.

Tradicionalmente se piensa que el Concierto de Año Nuevo basa su programa en valses, casi siempre de la familia Strauss. Sin embargo, si se observa con atención su contenido, puede comprobarse que, año tras año, se abren fronteras tanto en la nómina de compositores como en el tipo de música. Centrado en música de baile, se pueden escuchar tanto valses (no puede faltar el celebre Danubio azul) como otros ritmos tales como polcas, mazurcas, contradanzas, galops, cuadrillas o marchas (entre las que es obligado que esté la Marcha Radetzky). El conjunto garantiza una sesión llena de contrastes.

En el programa de esta edición abundan páginas de diversos miembros de la familia Strauss (Johann hijo, que acapara gran parte de la selección, Eduard y Josef) con clásicos imprescindibles y conocidos por todos. Además, nueve de las quince piezas en programa sonarán por vez primera en el contexto de este concierto: desde novedades de los Strauss hasta obras de compositores bastante infrecuentes como Joseph Hellmesberger, Karel Komzák, o Hans Christian Lumbye, que dan buena cuenta de un repertorio cada vez más amplio. Si hay una novedad destacada es la presencia de Anton Bruckner del que, en el bicentenario de su nacimiento, se interpretará la Cuadrilla, opus 121, página alejada del espíritu solemne que se le presupone a las partituras del compositor alemán. Aunque a primera vista la presencia de Bruckner puede sorprender, lo cierto es que, más allá de la celebración de su bicentenario, es un autor por el que el maestro Thielemann muestra mucha afinidad, por lo que no es de extrañar que se haya programado. La selección de nombres deja bien claro que el concierto de Año Nuevo es mucho más que un conjunto de valses.

No faltará en la retransmisión televisiva (que en España podrá seguirse el 1 de enero por TVE, con comentarios de Martín Llade) la presencia del Ballet Nacional de Viena, a cargo de las coreografías de algunas de las piezas previstas, como es habitual en los últimos años. 

Variedad de batutas

La que ya es una tradición de alcance mundial sujeta a ciertos convencionalismos que no faltan año tras año intenta evolucionar e irse alejando de cierto aire encorsetado que ha terminado por convertirse en parte del ritual. En este contexto, hay que señalar a favor tanto la ampliación de repertorio como la variedad de batutas que se van sumando a la selecta nómina de elegidos (hasta la fecha ninguna mujer) del concierto más esperado del año.

Thielemann: excelencia, tradición y controversia

Christian Thielemann (Berlín, 1959) es una de las batutas prominentes de los últimos 30 años. Heredero de la tradición germana en el mejor sentido del término, es una referencia tanto para el gran sinfonismo (de Beethoven a Bruckner pasando por Mahler o Richard Strauss) como para repertorio operístico (sus acercamientos a Wagner son incontestables hoy). Ha sido director principal en teatros como el Estatal de Núremberg o la Deutsche Oper de Berlín, y titular de la Filarmónica de Múnich o la Staatskapelle de Dresde. Con la Filarmónica de Viena le une una colaboración de más de 20 años que se traduce en un buen número de grabaciones notables. Desde el 2000 dirige habitualmente en el Festival de Bayreuth, abordando la práctica totalidad de los grandes títulos wagnerianos en la colina verde y considerado como la gran batuta wagneriana de su generación. Desde la temporada 24-25 sucederá a Daniel Barenboim (de quien fue asistente en su juventud) al frente de la Staatsoper Unter der Linden berlinesa.

Músico impecable, con lecturas de gran calado y capaz de extraer de los conjuntos con los que trabaja un sonido amplio, profundo y penetrante sin descuidar el aliento poético; también es un personaje púbico controvertido tanto por su fuerte carácter como por unas opiniones políticas e ideológicas polémicas y cambiantes que, más allá de su excelencia musical, colocaron al maestro una y otra vez en el punto de mira.

Se puede dudar a primera vista de la adecuación de Thielemann al repertorio de este concierto; pero es una de las batutas de mayor interés de la actualidad. El programa se aleja bastante de lo convencional (ahí está ese Bruckner, toda una declaración de intenciones) y será interesante comprobar qué aporta una de las mayores glorias de la dirección musical de hoy en día a música a menudo calificada como ligera. De lo que no cabe duda es de que mantiene una excelente relación con la Filarmónica de Viena y de que en principio su presencia debería garantizar un concierto de alto voltaje al frente de un conjunto que se las sabe todas en estas lides. Su regreso parece una gran noticia.