«Me gusta ser una zorra», de Las Vulpes: cuando la palabra «zorra» en RTVE acabó en la Justicia y con la cancelación de un programa
CULTURA
La polémica por la palabra que da nombre a la canción de Nebulossa que representará a España en Eurovisión no es nueva. La emisión de una actuación del grupo de punk rock bilbaíno en el 1983 acabó con una querella de la Fiscalía y con la fulminación de «La Caja de Ritmos», dirigido por Carlos Tena
08 feb 2024 . Actualizado a las 13:10 h.Hay algunas polémicas que creemos ya enterradas, pero que, con el tiempo, descubrimos que no, que en algunos temas parece que no se avanza. La controversia por el uso en una canción de la palabra zorra desde una perspectiva feminista y reivindicativa de la igualdad sexual de las mujeres se ha vuelto a reactivar con la candidatura de Nebulossa para Eurovisión, pero ni mucho menos es nueva en España ni tampoco en la propia RTVE, donde, en su día, hace 40 años, llegó a provocar hasta la cancelación de un programa de televisión. Hablamos del grupo punk de los 80 Las Vulpes y su icónico tema Me gusta ser una zorra. Una polémica inflada por los medios de comunicación, que motivó una querella de la Fiscalía y que incluso llegó al Parlamento.
Toda la controversia empezó cuando el grupo Las Vulpes (las zorras, en latín) ofrecieron una actuación para el programa La Caja de Ritmos, que se emitía en TVE en 1983 y estaba dirigido y presentado por Carlos Tena. La banda de punk bilbaína, compuesta por cuatro chicas, interpretó en el espacio televisivo una versión al castellano de la canción I Wanna be your Dog, de los Stooges, bajo el título Me gusta ser una zorra, con una explícita letra que incluía versos como «prefiero masturbarme, yo sola en mi cama antes que acostarme con quien me hable del mañana/ prefiero joder con ejecutivos que te dan la pasta y luego vas al olvido». Al parecer, según contó unos meses después el mánager del grupo, desde el programa se les había advertido de que posiblemente añadirían unos pitidos en las frases y palabras que podían herir más susceptibilidades, pero finalmente no fue así. «Para nuestro asombro, no se cambió ni una línea y la canción se emitió tal cual la habíamos grabado», comentó Alberto Montón en declaraciones a los periodistas.
Epicentro sísmico en la prensa
La polémica estaba servida. Pero tardaría todavía días en materializarse. Y, en parte, el mayor responsable, según todos tanto hoy en día como entonces, fue el diario ABC comandado por Luis María Ansón, que encabezó un movimiento en contra de las licencias que se estaba tomando el ente público audiovisual en tiempos ya de Felipe González, en un momento en el que estaba dirigido por José María Calviño Iglesias, padre de la exvicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño.
La actuación, emitida el 16 de abril, logró de hecho la eliminación fulminante de La Caja de Ritmos de la parrilla, y el siguiente sábado, el 23 de abril, en su lugar se emitió, paradójica y muy ilustrativamente, una corrida de toros.
La Voz, por supuesto, también cubrió en su día la controversia musical-televisiva. La primera mención al tema es del jueves, 28 de abril del 1983, cuando este diario informa de que «una letra salpicada de términos procaces ha levantado cierta polémica, expresada en editoriales críticos de varios medios de comunicación y en las quejas de los consejeros de RTVE José María Álvarez del Manzano y José Ignacio Wert, ambos del Partido Demócrata Popular».
También se recogía entonces la opinión del propio jefe de programas de TVE, Ramón Gómez Redondo, tildando lo que estaba pasando como «revuelo de gallinero» y defendiendo que, aunque el tipo de canción no está en la línea de la emisión habitual de la cadena pública, «se pasó con carácter excepcional a un horario de reducida y determinada audiencia».
No solo eso, también defendía que no se podía hacer desde el ente «una política de avestruz» y que, «si queremos recoger la realidad del país», algo establecido en los propios estatutos de RTVE, «no podemos olvidar posturas como las del grupo Las Vulpes, que aquí están». Además, recordaba que «esta emisión responde a un sentido de la sociedad tolerante y permisiva y no a una moral de sacristía que se resiste a pensar que estamos en 1983». «Afortunadamente, no estamos en la época de la Inquisición», zanjaba.
Apenas semanas después, el 3 de mayo, el propio Gómez Redondo va más allá y, además de considerar que la polémica es absurda, apunta directamente al responsable en la prensa: «No hay más escándalo que el que ha provocado Luis María Ansón a través de ABC», proclamó.
Y es que, según el responsable de RTVE, las quejas no empiezan hasta el exabrupto del periódico madrileño. «Desde el día 16 que se emite la canción, no recibimos ningún tipo de carta de protesta, ni ninguna llamada, y no hubo, por tanto, tal escándalo hasta el momento en que el periódico de Ansón publica la letra de la canción», puntualizó Redondo, llegando incluso a teorizar que la actitud del diario podía formar parte de la «campaña electoral».
Temblores en la Justicia
La campaña mediática iniciada en contra de la emisión de Me gusta ser una zorra en televisión acabó llegando, poco después, a la justicia. El lunes, 2 de mayo, se informa de que «el fiscal general del Estado ha dado instrucciones a la Audiencia Territorial de Madrid para que tramite una querella», alegando en este caso «escándalo público». Se ampara el Ministerio Fiscal en el artículo 431 del Código Penal de aquel momento (se modificaría en el año 1988), que estaba redactado así: «Incurrirán en penas por delito de escándalo público [...] los que de cualquier modo ofendan el pudor o las buenas costumbres con hecho de grave escándalo o trascendencia». Y, como responsables, se acusa al director de La Caja de Ritmos, Carlos Tena; a la autora del tema, Loles Vázquez, y a la cantante del grupo, Mamen Rodrigo.
Desde la prensa crítica con la decisión de RTVE, la decisión del Ministerio Fiscal se había visto como una victoria, y el propio ABC, que nunca llegó a confirmar que su campaña se debiera a las quejas de sus lectores, sí que se lanzó a decir en esta ocasión que «había recibido un buen número de llamadas telefónicas transmitiendo el aplauso popular al fiscal general del Estado».
Réplica en RNE que llega al Parlamento
Solo unas semanas después, la canción de Las Vulpes que tanto había dado que hablar volvía a sonar en una cadena pública. Aunque, en esta ocasión, en la radio, en RNE y haciéndose eco de un concierto multitudinario de la banda en Madrid. La controversia llegó entonces al Parlamento de la mano del Grupo Parlamentario Vasco. Según recoge La Voz en su artículo del viernes, 20 de mayo, el diputado Andoni Monforte explicó que «a la una y media de la madrugada se oyó en RNE la retransmisión de parte de este espectáculo, en el que se pudieron escuchar expresiones blasfemas e irreproducibles, entre otras cosas». Y pedía, además, que la compañía pública enviase las cintas a la comisión encargada de RTVE para poder debatirlo con el presidente del ente, José María Calviño.
La radio del ente público, en ese momento inmerso todavía en la denuncia de la Fiscalía, se apresuró a sacar un comunicado pidiendo disculpas a sus oyentes y «comunica haber adoptado las correspondientes medidas disciplinarias, tendentes a garantizar la responsables actuación de la radio pública».
Los efectos del seísmo
Habría que esperar hasta el año 1986 para que el tema dejase de estar en manos da la justicia. En un artículo publicado el sábado, 11 de octubre, todo llega a su fin: «Sobreseído el sumario contra el autor de la canción "Me gusta ser una zorra"», reza el titular de la noticia que explica el archivo de la causa contra Las Vulpes y contra Carlos Tena, director del programa que la polémica se había llevado por delante, La Caja de Ritmos. Entendía el juez que «la canción objeto de polémica se emitió en un programa dedicado a grupos musicales marginales, en horarios de audiencia mínima y con un público estimado en edades entre los 17 y los 35 años, en ningún caso audiencia infantil».
Y considera, también, que, aunque la letra «no es modelo de recato y decoro, tampoco revela para ciudadanos adultos nada que estuviera oculto ni usa un vocabulario que no se oiga en la calle o en diversos medios de difusión».
En un giro de guion impensable, además, dirige la responsabilidad hacia el diario madrileño que comenzó la polémica, ya que cree que la repercusión del caso se produjo sobre todo «por la transcripción literal de la canción» en el periódico.
La polémica que produjo el efecto contrario
Como siempre pasa, el maravilloso efecto Streisand también actuó aquí en toda su plenitud. La polémica creada por el diario madrileño no hizo más que dar a conocer al gran público un grupo y una canción destinada, a priori, a la escena más underground.
Ya solo unas semanas después de empezar toda la controversia, el titular del artículo de La Voz lo dejaba claro: «El escándalo está promocionando a las Vulpes». Y es que así era.
El grupo de Bilbao había nacido en el 1980 con dos componentes, las hermanas Lole y Lupe, que eran las autoras de la letra de Me gusta ser una zorra. En un principio, de hecho, el nombre elegido para la banda había sido Las Zorras, pero, curiosamente para evitar susceptibilidades, decidieron usar la traducción en latín: así se crearon Las Vulpes. Poco después, el grupo añadía dos integrantes más, también mujeres: Begoña y Mamen.
Parecían destinadas a ser eternas teloneras, pero la polémica surgida a raíz de su participación en el programa de TVE dio un vuelco a la situación. Paradójicamente, las críticas se habían convertido en una campaña de promoción inigualable. «Las Vulpes pasaron de ser simple relleno a convertirse en la guinda del pastel, con dos teloneros», decía el artículo de La Voz, que daba datos concretos del impacto: «ya tienen contratos por valor de ocho millones (de pesetas) para galas veraniegas».
Además, en un concierto en una sala madrileña pasaron de ser las actuaciones previas al artista principal a tener ellas dos teloneros. Y con un público entregado. «El grupo de Bilbao hizo honor a su aureola escandalosa, no tanto por las letras de sus canciones, que en general resultaron ininteligibles, como por las dedicatorias. “A todos los cutres de la prensa”, “a la democracia, a los fachas, a Fraga y a todos”, cuenta la crónica de La Voz sobre ese recital, y añade: «Ellas cantaban “Me gusta ser…” mientras el público completaba con: “¡una zorra!”». ¿Nos suena de algo? Lo mismo en la final del Benidorm Fest… y lo que les queda a Nebulossa.