El vídeo que destapa las vergüenzas del pato Donald en su 90.º cumpleaños: de los sueños nazis al colonialismo

P. V. LA VOZ

CULTURA

El Pato Donald, en el cortometraje ganador de un óscar «Der Fuehrer's Face»
El Pato Donald, en el cortometraje ganador de un óscar «Der Fuehrer's Face» YOUTUBE

Aunque menos famoso que Mickey Mouse, el pato antropomórfico consiguió encarnar en algunas épocas los valores estadounidenses. Las críticas a su papel como agente del colonialismo llevaron al ensayista chileno Ariel Dorfman al exilio

10 jun 2024 . Actualizado a las 16:08 h.

El pato Donald tiene ya 90 años. Desde su primera aparición como un secundario en el corto The Wise Little Hen (La gallinita sabia), adaptación de una fábula de Esopo, el personaje de animación se ha convertido en uno de los más famosos de Disney. Y, si bien Mickey Mouse es, por méritos propios, el icono indisoluble de la compañía, muchos coinciden en que el gruñón pato vestido de marinero fue el que mejor encarnó los valores estadounidenses, para bien y para mal. Precisamente, en la parte más negativa se ha basado una reciente pieza de RTVE para conmemorar el aniversario del personaje que ha pillado por sorpresa a la mayoría de los espectadores. Pero que, en el fondo, no dice ninguna mentira.

El clip del informativo de la cadena pública, que se ha viralizado rápidamente en redes y ha dado lugar a miles de comentarios entre indignados y sorprendidos, comienza primero de forma inocente, con imágenes del primer cortometraje en el que apareció, el 9 de junio del 1934, pero enseguida saca a la luz los trapos más sucios del pato Donald. Maltrato infantil, sexismo, sueños nazis que le darían un óscar y también una defensa del colonialismo que llevó a un ensayista chileno a tener que exiliarse.

Donald, un héroe propagandístico

Que el pato Donald ha sido un agente propagandístico de Estados Unidos es algo innegable. Fue algo de lo más explícito. Y aunque las imágenes de este animal antropomórfico rodeado de imaginería nazi pueden llevar a pensar lo contrario, lo cierto es que el sobrino de tío Gilito era, en realidad, un agente antifascista.

Donald fue uno de los héroes ficticios movilizados como propaganda en la Segunda Guerra Mundial, como lo fue también, entre otros, el Capitán América. Disney no quería que su personaje más icónico, Mickey Mouse, se asociase a los conflictos bélicos. Pero el carácter combativo, protestón e inconformista del pato sí parecía más adecuado para ello. Así que el pato se alistó en el ejército en 1941, y fue precisamente en su ficha de llamada a filas donde se descubrió su nombre completo, Donald Fauntleroy Duck.

Más de un centenar de películas mostraron a Donald como un héroe de guerra, hasta el punto de que en esos tiempos de pasiones inflamadas, llegó a ser más popular que el propio Mickey. 

Es en esta época cuando se resuelve el misterio de las imágenes nazis de Donald. Fue en un cortometraje de 1943, titulado El rostro del Führer, en el que el pato tiene una pesadilla: es un trabajador atrapado en la cadena de producción nazi (Nutziland en la pieza audiovisual, un juego de palabras en inglés que viene a significar «tierra de locos») y acosado por una banda de música compuesta por Mussolini, Goebbles o Göring, entre otros. 

Esta pieza de propaganda antifascista, creada con el objetivo de vender bonos de guerra, logró ganar el óscar al Mejor Cortometraje de Animación y su canción se convirtió en un himno del momento.

Agente del colonialismo

A la par que empezaban sus cortos bélicos, Donald no solo se iba a Europa a la guerra. También aprovechaba su fama para hacerse una gira por Latinoamérica. Cintas que mostraban al pato como la caricatura del típico turista que se empapaba de las culturas locales de los países al sur de su Estados Unidos natal. Su primer filme a este respecto es la muy famosa Los tres caballeros. Aunque la polémica sobre su figura como embajador del colonialismo vendría, sobre todo, por sus cómics.

En los años 70, toda esta teoría sobre Donald como representante del imperialismo cultural estadounidense se puso negro sobre blanco en una obra de ensayo coescrita por el belga Armand Mattelart y el chileno Ariel Dorfman, consejero del entonces presidente Salvador Allende. Surgió así Cómo leer al pato Donald, un influyente análisis muy detallado desde la crítica marxista sobre cómo las tiras de prensa del famoso pato servían para expandir la propaganda capitalista que se convirtió en un best seller en América Latina.

Los cómics del pato habían convertido a Donald en el personaje más famoso de Disney en Chile, y Dorfman había decidido abrirles los ojos a sus vecinos. Desgraciadamente, solo dos años después de publicarse, triunfó el golpe de estado de Augusto Pinochet y el ensayo crítico con el imperialismo norteamericano, del que el nuevo dictador era un gran amigo, se convirtió en libro prohibido. Tanto Donald como Mickey se habían convertido en los héroes de la contrarrevolución planeada entre el militar y los liberalizadores Chicago Boys.

Ariel Dorfman veía, por la televisión, cómo las multitudes agitadas quemaban ejemplares su obra y cómo la Marina chilena confiscaba varias copias y las sumergía en la bahía. La tensión con el autor de la polémica obra iba en aumento, y un día, un motorista intentó atropellarlo al grito de «¡Viva el Pato Donald!». La situación era insostenible. Sus críticas a la propaganda de unos personajes de ficción habían llevado a las multitudes a las puertas de su propio hogar, al que le lanzaban piedras por la ventana.

Al final, Dorfman tuvo que escapar de Chile, a los Estados Unidos de los que su familia había tenido que huir un par de décadas antes. No volvería a su país hasta casi veinte años después.

Relaciones familiares: sobrinos sin padres y un tío multimillonario

Si hay una constante en los personajes de Disney es la llamativa ausencia de las figuras maternas y paternas de todos sus personajes. No fue diferente con el pato Donald, que era el que se ocupaba de cuidar a sus tres sobrinitos, de los que nunca se conocía a sus padres. Las teorías son variadas. Mientras los propios Dorfman y Mattelart ven un objetivo claro de naturalizar las figuras de autoridad, otros inciden en el puritanismo de la factoría Disney como razón principal, que buscaría despojar con ello cualquier tipo de origen sexual a sus creaciones.

Del propio Donald también se desconocían sus propios padres. Su otro familiar más conocido tiene el mismo parentesco que él con sus sobrinitos: es su tío Gilito, un multimillonario que nada en billetes, monedas y lingotes de oro. Un personaje que, en contraste con los problemas laborales y la precarización que vive Donald, nada en la abundancia mientras exhibe una constante mezquindad. Una creación que, aunque también hace prevalecer la idea del éxito basado en las posesiones materiales, al menos sí esconde una dura crítica al capitalismo.

Una primera versión de este personaje surgió en uno de los primeros cortos de guerra del Pato Donald, El espíritu del 43, donde una de las personalidades del protagonista, la «ahorradora», ya prefigura a tío Gilito. En este caso, la recomendación que le da es sorprendente para un ricachón como él. El tesorero anima a Donald a pagar sus impuestos. Tiene su razón de ser: había que sufragar la guerra de Estados Unidos en Europa.