La periodista Marta Salicrú repasa el universo de la artista de la a a la z
29 dic 2024 . Actualizado a las 22:11 h.En el disco Motomami (2022) de Rosalía se incluye un corte con el título Abcdefg. Se trata de un abecedario particular en el que, con mucho humor, la artista pone sobre la mesa parte de su universo referencial y emocional. Dos años después de la publicación de aquel trabajo, la periodista Marta Salicrú toma esa idea, la adapta a sus intenciones y la extiende en 192 para reflejar lo que es esta figura clave en el actual pop español.
El resultado se plasma en Rosalía de la A a la Z (Libros La Cúpula), un volumen que se suma a La Rosalía: ensayos sobre el buen querer (2021) en el análisis de una persona tan desbordante como superlativa. Del mismo modo que Motomami emergió como una multiforme colección que miraba en infinitas direcciones, este libro planteado de este modo genera un resultado similar. La narrativa queda supeditada al abecedario, ofreciendo una suerte de rompecabezas ordenado sobre este fenómeno musical y social.
Se inaugura con referencias al concepto de aprendizaje (revisando la formación de Rosalía), a la canción Antes de morirme (grabada con C Tangana en el 2016) y la herramienta autotune (que define al trap y ella usó con frecuencia). Luego, vendrá la B de Barcelona y Bizcochito, esa canción tan ridiculizada por sus detractores y aparentemente banal, pero que encierra en su espíritu lúdico una bofetada a la fanfarronería de algunos cantantes de reguetón: «Yo no soy ni voy a ser tu bizcochito», canta.
De este modo se suceden muchas de las referencias de la cantante, y también los iconos y vocablos creados por ella. Desde la rumba catalana que moldea algunas de sus melodías al reguetón que le da ritmo endiablado. Desde las uñas con pedrería a los tatuajes que luce su piel. Desde la despechá que se hizo omnipresente en el verano del 2022 al tra tra que irrumpió en el 2018 como un terremoto de la cultura popular.
El resultado es una biografía necesariamente fragmentada, donde cada página es un pequeño espejo en la gran bola situada en lo más alto de la música nacional. Una esfera que, presumiblemente, girará de nuevo en el 2025 con un nuevo y esperado elepé.