Luis Zahera: «Hace un tiempo no encontraba trabajo por tener acento gallego muy marcado»

Paulino Vilasoa Boo
P. VILASOA REDACCIÓN

CULTURA

Luis Zahera, en el programa «Col·lapse»
Luis Zahera, en el programa «Col·lapse» 3Cat

El actor gallego carga contra Arturo Fernández y José Luis Moreno, al que califica de «pedazo de psicópata»

07 abr 2025 . Actualizado a las 12:02 h.

En su nueva película, Tierra de nadie, Luis Zahera no hace «ni de narco ni de malo». Toda una novedad en una industria cinematográfica como la española que tiende, como él mismo resalta, al encasillamiento. «No sé por qué»,ha reflexionado en una entrevista en el programa de 3Cat Col·lapse. Porque el actor gallego no es, en la realidad, esa mala persona que interpreta generalmente en cine o televisión. O, al menos, esa fue la impresión que tuvo Rodrigo Sorogoyen para decidir contratarlo para su primer papel juntos, en El reino.

El director tenía ya muy claro que quería que Zahera fuese el elegido, pero, aun así, le hizo pasar por el proceso de selección, en el que el propio realizador estaba presente. «Yo los castings los hago para saber si alguien es imbécil», le confesó Sorogoyen tras certificar que sí contaría con él para el papel de Cabrera. «Me pareció oro puro», reflexiona ahora el actor compostelano. Porque es consciente de que antes había mucho más imbécil que ahora en la industria audiovisual. Y no se ha cortado en ponerle nombres propios a ese adjetivo. Personas con las que a él mismo le resultó muy difícil trabajar.

Uno de ellos era Arturo Fernández, «el de chatina», aclara, por si había alguna duda. «Generaba una distancia, una cosa extraña, una energía negra, una nube negra», ha explicado, «las maquilladoras no podían tocarle; una le ponía un espejo, otra una bandejita, y ya se maquillaba él». Para el doble ganador del Goya, con el asturiano, con el que participó en Como el perro y el gato, pasaban «cosas raras». «Que Dios lo tenga en su gloria, pero era mínimamente complicado», indica.

Con el actor aún está comedido. Pero no tanto con el productor José Luis Moreno, a quien ha llegado a definir en la entrevista como «un pedazo de psicópata» y cree que todos ellos acaban «cayendo por su propio peso» porque «es insostenible tener un brasas en un rodaje».

Por suerte, ahora son otros tiempos, y se han superado también ciertos prejuicios en la industria audiovisual herederos del franquismo, como la diversidad de acentos de España. «Hubo un tiempo en el que no encontraba trabajo precisamente por tener un acento gallego muy marcado», ha lamentado, «había esa cosa de que en España se acudía o al neutro o al andaluz». Y en su caso no procedía. «Tengo bastante poco oído, me costaba imitar otros acentos». 

A partir de esa «sangre nueva» en directores, productores y guionistas, a Zahera se le han abierto las puertas de par en par, hasta el punto de no dejar nunca de trabajar. Se califica como «un yonki del trabajo», en parte por la «educación católica» que lo programó, como a muchos hombres, para trabajar, y considera que, por ello, también ha dejado de lado una parte de su vida. Ciertas relaciones amorosas que podrían haber llegado a más, y también la paternidad. «Me arrepiento de no haber tenido hijos, de no haber parado en determinadas relaciones y haber apostado», considera ahora, con la perspectiva que le da el tiempo.

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Cree, en todo caso, que ya es tarde para dar marcha atrás. «Me veo mayor para eso, pero estoy encantado con mi vida», valora, «una vida un tanto solitaria y extraña».