El artista dialogó con el cineasta Santos Bacana en The MOP Talks
03 jun 2025 . Actualizado a las 12:57 h.«He vuelto a mi vida de artista. Hubo una época en la que me despertaba temprano, pero ahora he vuelto a la rutina de levantarme a las doce de la mañana». Con esa afirmación, Antón Álvarez, más conocido como C. Tangana, abrió una conversación íntima, a pesar de que había 200 asistentes ensimismados frente a él, que protagonizó junto al cineasta y compañero Santos Bacana en una nueva entrega de The MOP Talks.
El encuentro, celebrado este lunes en la nave del puerto de A Coruña, sirvió para que ambos reflexionaran sobre los retos pasados, presentes y futuros de ambas profesiones artísticas. «Ahora siento el estudio como un taller. Esa idea de los artistas que son como artesanos en un lugar muy sucio y con las herramientas desgastadas. Me gusta pensar que un estudio es eso», apuntaba Antón.
Un futuro abierto
No obstante, dejó en el aire cuál será el camino que seguirá ahora: «Vengo de terminar una peli y no sé lo siguiente que va a salir. La mayoría de días son de que no hay un camino muy definido, parecen tirados a la basura. Y de muchas horas. Una jornada normal son diez horas. Pero los días buenos son de 14 o 16 horas», explicó sobre sus hábitos a la hora de producir y crear.
A lo largo de poco más de una hora de charla, Tangana y Bacana desgranaron su visión del arte, el éxito y la vulnerabilidad que supone exponer lo más íntimo en obras que llegan a millones. «Sigo sin ser capaz de poner más de tres acordes en el piano. Estoy en esa pelea interna de que no sé si quiero aprender esa parte. Sigo creyendo en esa inspiración del salvaje. En el atrevimiento de la ignorancia. Con la música me pasa eso. Cuanto más conocimiento adquiero, menos capacidad tengo para hacer algo que sea original», sostuvo Antón.
«El rap es muy performático. Te lleva a chulearte, a vivir flipado. Todo eso tiene un límite. Ahora ya empiezas a ver que la gente construye un personaje basado en eso», confesó Tangana sobre sus inicios en la industria. El artista reconoció abiertamente que le encanta el reconocimiento: «Es una forma de validación. Yo no tengo ningún tipo de técnica. Todo lo que hago es de chiripa. No necesito un éxito comercial, evidentemente me gusta y me permite crear nuevos proyectos, pero me importa ese reconocimiento humano. La mirada de otra persona que yo valoro y que respeto su criterio».
La complicidad entre ambos fue evidente. Han trabajado codo con codo en múltiples proyectos, pero su vínculo va más allá de lo profesional. «Ha habido ciertas personas que me han marcado en la vida. Me pasó con Yerai Cortés —protagonista de su último documental, con el que ganó un Goya—. Y contigo —por Bacana— me pasó lo mismo. Ver a un tío con fotos de los años 70, que no para de escuchar a Machín y preguntarme “qué hace este en Hollywood”», resaltó Antón.
No faltaron reflexiones sobre la industria, el auge de la música urbana en España, la parte económica que hay detrás de cada artista o incluso la revolución que traerá la inteligencia artificial. «Mi idea es encontrar esa nueva faceta que me lleve a un momento de estrés y que luego sea algo que se integre. De alguna forma, siento que he conseguido integrar todo lo que he creado desde los 16 años y que todo se alimenta», reconoció el músico.