El Coachella gallego consolida el Monte do Gozo como la puerta de entrada al verano

S. gómez SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

Estampados hawaianos, brillantina, noria y la icónica camiseta de Feiraco del Dépor inundaron el festival, que gentes de todas las edades ya marcan de un año para otro

15 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1999, el desierto de Colorado, en el estado americano de California, acogió la primera edición del Coachella. Su éxito —llegó a superar los 250.000 asistentes en el 2017— lo consolidó como uno de los festivales más importantes del mundo, solo eclipsado por el Tomorrowland. Al instante se convirtió en un ejemplo a seguir. Además de la música, su esencia escondía algo más: el Coachella era el lugar donde se desvelaban las últimas tendencias de moda y donde las camisas hawaianas y la brillantina se consolidaron por primera vez. El Son do Camiño llegó algo más tarde, pero emergió en el 2018 con una filosofía similar. Emuló su icónica noria y su espíritu de música ecléctica, para todos los públicos, consolidándose en el calendario. Hoy ya marca el inicio del verano para miles de personas.

«Llevamos viniendo desde la primera edición», admite Irene Paz, que desde el 2018 no falta al Monte do Gozo, siempre acompañada de su grupo de amigas más fiel. A ninguna le importó la lluvia del primer día ni el cansancio del segundo: «Venir aquí siempre es un acierto. No podíamos faltar». Para Ángel Sobrado fue lo mismo. El jueves le tocó trabajar, pero el viernes apareció a media tarde. Acompañado de su amigo Roi, admite que su actuación favorita fue la de Kasabian: «Foi o mellor que escoitei nesta edición. Moitos temas míticos que me fixeron recordar outros momentos. A posta en escena foi brutal. O malo foi levantarse pola mañá. Xa non é coma antes, vamos vellos», dice con una sonrisa. Llegar de madrugada a casa pesa con el paso de los años, explica. Su afirmación la podrían confirmar los cientos de padres y madres que suben hasta O Monte do Gozo para acompañar a sus hijos adolescentes. «Querían ver a Bad Gyal y a Juan Magán, ¿quién les dice que no?», admite una madre que espera por un grupo de jóvenes compostelanas a las que tiene que llevar de vuelta a casa.

XOAN A. SOLER

Anabel Pérez pronto será madre, pero tampoco quiso perderse el Son do Camiño, al que vuelve cada año junto a sus incondicionales: Mónica, Yoli, Maruxa y Miguel no fallaron. Esta vez a ella le tocó apartarse un poco más de los escenarios, pero la visita era obligada. El próximo año le tocará subir con el pequeño Nico, su primogénito.

Zona de comida

El ambiente de los escenarios se trasladó a la zona habilitada con foodtrucks y puestos de bebida. Triunfaron varios pinchadiscos asentados en la zona, que llegaron a congregar a cientos de personas.

Siloé dio dos conciertos. El primero, en el escenario principal ante miles de personas, acudiendo después a la zona de comidas, donde ofrecieron una versión en acústico. Los que esperaban por sus hamburguesas alucinaron.
Siloé dio dos conciertos. El primero, en el escenario principal ante miles de personas, acudiendo después a la zona de comidas, donde ofrecieron una versión en acústico. Los que esperaban por sus hamburguesas alucinaron. Sandra Alonso

Espectacular fue el momento en que Siloé se desplazó al puesto de Johnnie Walker para ofrecer un pequeño concierto. Los que esperaban por sus hamburguesas, perritos y pizzas alucinaron, más cuando los músicos se bajaron del escenario y no dudaron en fotografiarse con ellos. En el Coachella gallego, esta puerta de entrada al verano, todo puede ser posible.

Cuarenta viajes diarios para ver la marea humana desde las alturas

Desde su debut, en la edición del 2023, la noria se ha convertido en uno de los elementos más icónicos de O Son do Camiño. Con 30 metros de altura permitió ver el festival y toda su masa humana desde las alturas a decenas y decenas de personas que han montado en ella. En esta edición ha efectuado 120 viajes (40 por día) y las imágenes tomadas desde ella se multiplicaron en las redes sociales, como en los años anteriores.

Sandra Alonso

Es una de las cifras de un festival cuya dimensión se plasma objetivamente en ellas. Para que los más de 40.000 asistentes diarios puedan disfrutar del evento, hay una miniciudad montada en la trastienda con multitud de trabajadoras. La organización indica que este año han trabajado de manera directa para O Son do Camiño alrededor de 1.100 trabajadores directos, además de otros 3.000 indirectos. Otro número especialmente indicativo lo dan las barras. Este año se han despachado 100.000 litros de cerveza, la bebida más demandada del evento.