Estopa se proclaman reyes de la fiesta festivalera en O Son do Camiño

Javier Becerra
Javier Becerra RETROALIMENTACIÓN

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

Los hermanos Muñoz triunfan a lo grande en Santiago a base de rumba etílica, temazos generacionales y un carisma arrollador

15 jun 2025 . Actualizado a las 19:26 h.

Hace ya unas cuantas ediciones que O Son do Camiño deja siempre una reserva preferencial en su cartel para esos grandes nombres del pop-rock nacional que, otrora, funcionaba normalmente al margen de los festivales. Algunos, como Dani Martín o Aitana, se introdujeron en ese ambiente desde su escenario con notable éxito. Por tanto, que una banda conocedora del medio como Estopa terminase ahí era una simple cuestión de tiempo. Llegó al final el sábado, cuando emergieron como estrellas de la noche.

Vale que The Prodigy los antecedían en el orden del cartel, pero si ya antes del concierto el objeto de deseo general eran los catalanes, durante su desarrollo se constató a lo grande. «Hemos condensado el repertorio en pura dinamita», advertía José Muñoz al poco de empezar. Miles y miles de personas le dieron la razón. Con sus gargantas. Con sus caderas. Y con sus cervezas levantadas al viento. Todo un brindis en señal de comunión.

Cuando se arranca un recital con Tu calorro no cabe otra reacción. Lo que en la gira del año pasado en espacios cerrados fue una borrachera de rumba, se convirtió en el cielo abierto en O Monte do Gozo en un desmadre etílico-musical que coronó a Estopa como reyes de la fiesta festivalera. Pobre del que se metiera en el foso con la intención de contemplar el recital tranquilo. La gente los adora porque le han puesto banda sonora a su vida y lo demostró viviendo sus canciones con toda su intensidad, transitando del rock al flamenco y de ahí al ska o el rap.

Público durante el concierto de Estopa en O Son do Camiño
Público durante el concierto de Estopa en O Son do Camiño PACO RODRÍGUEZ

Con su bandaza de siempre respaldándolos sin una fisura y con la excepcional Chonchi Heredia dándoles el contrapunto, José y David solo tuvieron que abrir la caja de los hits para hacerlos desfilar durante hora y media, regándolos de su simpatía natural. También, con la sensación de que, en el fondo y aunque lo están haciendo para una multitud, su música continúa siendo de bar, vacile y botellines. Tanto es así que simularon uno a mitad de actuación, para cantar sentados y con cajón flamenco El del medio de los Chichos ante el delirio.

Le siguieron títulos que, con solo empezar a sonar, ya lo tenían todo. Entre otras, Pastillas de freno (dedicada «a la clase obrera con conciencia de clase, a la otra no») y un Paseo final con una marea de brazos ladeándose al son de «lo,lo,lo,lo»: la fotografía definitiva del triunfo del grupo en Santiago. Después de un bis finalizado con Como Camarón, las riadas de gente feliz bajando de O Monte do Gozo más allá de la una de la mañana hablaban por sí solas. Y es que, demostrado una vez más, los hermanos Muñoz siguen partiendo la pana como nadie 26 años después.