Miles de «folkies» encuentran la felicidad en el Festival do Mundo Celta de Ortigueira
CULTURA










La banda bretona Gwendal abrió en la noche del miércoles los conciertos, que ya no paran hasta el domingo
10 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Para mí, el primer año fue una revelación», cuenta Saray, madrileña, en su puesto de bisutería pintada a mano, Espejismos. Otro reincidente, Tiago, coruñés, define el Festival Internacional do Mundo Celta de Ortigueira como «una fantasía, por la libertad que te da». Lleva años citándose en el pinar de la playa de Morouzos con sus amigos, desperdigados por el mundo, de los Países Bajos a Nueva York. Esta vez viene acompañado por su amiga Sofía, de Tui, debutante «y abiertísima a todo». Este particular universo de convivencia, acampada y música nació en 1978 de la mano de la Escola de Gaitas de Ortigueira (EGO), que este año cumple 50.

Xavier Garrote, el fundador de todo, no renuncia «ao mérito de ter tido a idea», pero repite que «hai moita xente na sombra que fixo tanto ou máis polo festival». Este miércoles acudió a la inauguración, junto a los otros expresidentes, César Muíño y Xavier Pena, y el actual responsable de la EGO, Bruno Lozano. El izado de las banderas de las naciones celtas, el hito que marca el arranque oficial, sirvió de homenaje a «esas persoas que hai medio século soñaron con darlle voz á nosa cultura en forma de música, levando o nome de Ortigueira alén da ría, traspasando fronteiras e converténdoa nunha referencia da cultura celta internacional», subrayó el alcalde, Valentín Calvín. Una idea en que incidió Alfonso Rueda, que habló de un espacio de gran valor identitario y de «encontro coa historia e a tradición».

Esta edición, con un día más, es la de los aniversarios. La mítica banda bretona Gwendal festejó en la noche del miércoles también su medio siglo sobre el escenario de la Alameda, donde se estrenó en el 2006. Música celta con toques de jazz, rock y funky. Antes y después, los vigueses Pelepau y Xosé Liz, con su nuevo proyecto, Indala. En la noche del jueves mandan los grupos noveles, los finalistas del certamen Runas 2025: Darach, un dúo galaico-escocés, con Hugo Franco (guitarra) y Roo Geddes (violín); el trío Rae, Dalama & Carballido, con la escocesa Freya Rae (flauta travesera, violín y whistles), el compostelano Pablo Dalama (gaitas e whistles) y el carballiñés Migui Carballido (bouzouki y percusiones), y Xara, cuatro músicos madrileños devotos de las tradiciones gallega, irlandesa, escocesa e ibérica.
La tercera velada, el viernes, la abrirán los anfitriones, la Escola de Gaitas de Ortigueira, con Rodrigo López al frente y cinco decenios de historia ligada al festival, con varios artistas invitados y sorpresas. Desde Quebec llega La Bottine Souriante, con 45 años de trayectoria, entre la música más tradicional, la salsa y el swing jazzista neoyorquino. Y desde Ferrol, Böj, ganador del Runas 2016 y profeta en tierras de Ortigueira. El sábado, otro de los días grandes del mundo celta, actuará la banda bretona Kevrenn Brest Sant Mark, que nació en 1947 tras la tragedia de la explosión del barco Ocean Liberty en la ría de Brest y está considerada una de las más innovadoras y reconocidas en el mundo del bagadoù, una formación musical típica de la Bretaña francesa que está integrada por numerosos músicos y cuenta con cuatro secciones: binioù braz o bras, bombarda, caja clara y percusión.

Milladoiro también celebrará sus 45 años en el escenario principal, una vida paralela a la del Festival de Ortigueira, donde surgió y que acabó transformándose «nun santuario do folk a nivel mundial», como proclamó Xosé Ferreirós en el 2018, emocionado mientras interpretaba temas del primer disco del grupo, con Moncho García y Nando Casal, que también estaban en aquella formación inicial. Después tocarán Alana, el trío formado por Antía Vázquez (Oleiros), Pablo Castro (Vimianzo) y Eloy Vidal (Ponteceso); y los británicos Flook, que recalan en la capital de la música celta por tercera vez para hacer magia con las flautas, las guitarras y el bodhrán. También regresa el bretón David Pasquet, que clausurará la velada del sábado.

La última noche, el domingo, arrancará con aire local, con las asociaciones Gamelas e Anduriñas y Troula do Ortegal, y la Banda de Gaitas de Ladrido, y seguirá con los coruñeses Tiruleque, el exitoso gaiteiro asturiano José Manuel Tejedor y Breo, un jovencísimo grupo gallego que mezcla la música tradicional con los ritmos más contemporáneos.

La fiesta y el espíritu folkie se palpan en las calles de Ortigueira, al son de las bandas que se mueven de plaza en plaza desde media mañana y de las agrupaciones que se irán juntando en la Vila Celta, una novedad de este año impulsada por la Escola de Gaitas de Ortigueira como «punto de encontro de músicos e público». El festival también se vive en el Teatro de Beneficencia, con cantigas y pequeños conciertos matinales y vespertinos. Y en las foliadas más trasnochadoras, las del bar Caracas, que pone el punto y seguido a los conciertos de cada noche. A pocos metros de allí, en uno de los puestos de la feria de artesanía, Ruth, de Santiso, prepara hamburguesas de pescado y tiramisú, los nuevos platos del menú vegano del puesto Vegan i Te, de la mano de la Asociación Rural Vivo do Ortegal. En otra caseta, Ana Freiría, viguesa, vende originales pendientes de plata, cobre o latón. «É a quinta vez que veño, hai ambientazo e a xente valora o noso traballo», elogia. Detrás se encuentra el punto lila y arco iris de la Xunta. A menos de tres kilómetros, en el otro gran escenario del mundo celta, el pinar, Kenia, Sara, Jacob, Hugo y Dani, de Vigo y de más al sur, descubren «la felicidad».