Vanessa Montfort: «La Toffana era una asesina pero tenía una moral; eso nos crea un conflicto»

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Vanessa Montfort, Premio Primavera de Novela con «La Toffana», retratada en Santiago.
Vanessa Montfort, Premio Primavera de Novela con «La Toffana», retratada en Santiago. Xoán A. Soler

La escritora barcelonesa afirma que tras esta historia está la raíz de la violencia contra la mujer

18 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Vanessa Montfort (Barcelona, 1975) mira al pasado para recuperar la figura de la primera asesina en serie de la historia, Giulia Toffana, que vendía veneno a las mujeres para matar a sus maridos en el siglo XVII. Una obra, La Toffana (Espasa), que además le ha servido para hacerse con el Premio Primavera de Novela 2025.

—Premio Primavera, varias ediciones, ¿«La Toffana» conquista?

—Estamos muy contentos. Es un thriller, para mí es uno de los géneros más difíciles, pero si encima se junta con que es una novela histórica de un período poco conocido, es el más difícil todavía. Entonces, cuando obtienes como respuesta un premio, y después los lectores, estás haciendo carambola casi.

—¿Qué le llevó a posar la mirada sobre un período tan poco conocido y sobre Giulia Toffana?

—Me puso sobre su rastro una directora de teatro, María Herrero, con la que además escribí una pieza sobre este mismo tema. Ella estaba investigando a las alquimistas del siglo XVI y se encontró con una referencia a un veneno, el acqua toffana, pero había pocos escritos sobre ello y pocos rastros sobre quién lo había formulado. Entonces, empezamos a investigar juntas con la idea de escribir una obra de teatro. Yo ahí tenía la información justa. Tuve casi que recrear sus personalidades y cómo habían llegado a hacer lo que hicieron porque tampoco tenía más elementos que unas cuantas fechas y unos cuantos nombres. Porque hay que subrayar que sobre esa historia es que no hay nada escrito, pero ya no me refiero solo a literatura; es que no hay crónicas de la época ni hojas de aviso —que era la prensa de la época— que hayan sobrevivido. No hay nada. Posteriormente a la obra de teatro, yo de vez en cuando sigo investigando porque no me quedo contenta, ya que quería escribir una novela, pero para ello necesito encontrar más datos en los que basarme para construirla. Y, entonces, rastreando mapas del papado de Inocencio X de Roma, aprovechaba para preguntar si había alguna partida de defunción o de casamiento, sobre los principales protagonistas; Giulia Toffana, su hija Gironima, y Giovanna de Grandis, o el cardenal Colonna, del que sí había algo más de información. Y de repente me contestan que lo que sí tienen son las actas del juicio.

—Pone el foco en una mujer independiente, que, bajo presión, dijo que mató a 600 personas. Genera una dualidad de valoración. Por una parte, se puede pensar que ayuda a las mujeres que son maltratadas por sus maridos...

—Sí, y, por la otra, se está tomando la justicia por su mano; y no sabes si ahí están cayendo inocentes también. Al acceder a las actas, averiguo los nombres de algunas de las encausadas o de las testigos y también de sus razones. En aquella época, no es que hubiera mucho feminicidio, es que era legal. ¿Por qué esta mujer se convierte en una asesina en serie? Porque a los 13 años ajustician a su madre por matar a su padre en defensa propia, con un veneno que en ese momento era más rastreable que el que ella creó. Esa es la principal causa. Proteger a mujeres como su madre de hombres como su padre. ¿Eso la convierte en una justiciera? Relativamente. Lo que la convierte es en una asesina en serie, claramente con un perfil psicopático, pero es una asesina en serie que tiene su propia moral. Y eso es lo que a nosotros nos provoca un conflicto moral. Es tremendo. A vosotros como lectores y a mí como escritora.

—¿Podemos extraer de «La Toffana» algo para el presente? ¿Hay peligro de retroceder en los derechos de las mujeres?

—Aunque iba buscando escribir un thriller histórico, una novela de misterio, lo que me he dado cuenta es que sumergido debajo de esta historia están las raíces de la violencia institucional hacia la mujer en Occidente. Es decir, de esos barros, estos lodos: es lo que estamos viviendo ahora. Con toda la protección que hay, con la ley en la mano, con pulseras, con órdenes de alejamiento, todavía tenemos el feminicidio instalado en las mentes de nuestra sociedad.