Concha de oro y de gloria para la incómoda «Los domingos», de Alauda Ruiz de Azúa
CULTURA

José Luis Guerín retorna con el Premio del Jurado en un palmarés de triunfo español inatacable por tercer año consecutivo
28 sep 2025 . Actualizado a las 09:55 h.Parecía el único happy ending viable como culminación cabal de esta 73º del Festival de Cine de San Sebastián. Y el jurado comandado por J. Bayona lo ha certificado con sensibilidad y cordura. Alauda Ruiz de Azúa gana la Concha de Oro por Los domingos.
Y se convierte en la segunda directora española —tras el triunfo de Jaione Camborda con O Corno en 2023— en alcanzar esa meta. Son tres años consecutivos en los que la Concha de Oro se queda en nuestro país, tras la obtenida el pasado año por Albert Serra con Tardes de soledad. Pero no busquen ni asomo de chauvinismo en estos tres consecutivos e incontestables honores.
Los domingos exhibe la desnudez de lo que supone una toma de decisión hoy en día bizarra —la de una adolescente de 17 años que asume entrar como monja en un convento de clausura— y durante dos horas te somete a las sístoles y diástoles de ese latido que la atañe a ella. Pero que inevitablemente aprisiona, en su estallido emocional concéntrico, a su entorno familiar: singularmente a su tía agnóstica (excelente Patricia López Arnaiz), empeñada en evitar lo que semeja ser una decisión tomada con inmadurez.
Y la salida de emergencia existencial de una adolescente confrontada a la toxicidad de una familia desestructurada. O, de un modo más preciso, a una orfandad total suya ante la ausencia de su madre fallecida en circunstancias nunca reveladas y la de un padre con el cual convive pero es un ser pusilánime y aún miserable. Alauda Ruiz de Azua logra —con un guion de una precisión y hondura formidables, que ella misma firma, y una puesta en escena de sobriedad innegociable— que nunca derive hacia el maniqueismo ese pulso entre la evitación de lo que parece una renuncia a la libertad y al crecimiento personal en un mundo abierto; y en el otro extremo, el proselitismo que practican sus directores espirituales, quienes tratan de alimentar lo que tantos ven como el síndrome de Estocolmo de una joven de fragilidad muy expuesta.
Es cierto que Los domingos no oculta el sesgo de secta consuetudinaria del convento. Y que la madre superiora encarnada con ferocidad por Nagore Aramburu te provoca miedo. Pero aquí una enorme Alauda Ruiz de Azua —su revelación tardía como directora importante en Cinco lobitos me dejó indiferente— es muy consecuente con una perspectiva de la autonomía personal de las decisiones más íntimas como afluente que desemboca en ese caudal de gran cine del libre albedrío.
Y desde esa atalaya tan honesta —y para muchos incómoda— Los domingos parece dialogar con ese otro cine que nació en el rigorismo religioso de clásicos como La canción de Bernardette o Historia de una monja, que se emancipó en la posmodernidad de Entre tinieblas o Benedetta. Y que ahora —con vetas de Dreyer— desafía prejuicios o cánones como obra de (des)encadenamiento desafiante.
Retorno a lo grande
El Premio del Jurado —equivalente a la plata— para las Historias del buen valle de José Luis Guerín cincela el otro acontecimiento sustantivo de este San Sebastián 2025. El retorno de uno de los autores esenciales del último medio siglo de nuestro cine con una obra que desmocha el camino hacia el barrio barcelonés de Vallbona.
Actúa Guerín con tersura sobre la memoria y el presente para abrirnos un espacio que viene de muy atrás, del aluvión de los inmigrantes españoles. Y que se abre de modo orgánico a las corrientes y el melting pot del momento actual. Es una épica del orgullo de pertenencia, de comunidad, de asistencia entre iguales ante la metrópolis amenazante y la sed capitalista de su agua, de su espacio ya sajado por el tren y sus vías. Es Guerín con ecos de Ford o Renoir. Y como urgente trinchera multicultural en una Catalunya donde sube como espuma de fosa química la xenofobia autóctona.
Los dos premios —mejor director y guion— a la nadería del belga Joachim Lafosse por Seis días en primavera me parecen sobreactuados. En cambio, sí aprecio el reconocimiento como mejor interpretación protagonista al actor vasco José Ramón Soroiz y la veracidad que aporta a sus salidas del armario que abarcan de las dunas de Maspalomas al nido del cuco en San Sebastián. Es el suyo un ex aequo con la actriz china de Her Heart Beats In Its Cages, que vi hace tres días y ya ni me pregunten de qué se trataba. Así de indeleble es.
Echo de menos aquí al —por el contrario, memorable— Göring que transpira por los poros de Russell Crowe en Nuremberg. El premio a mejor actriz de reparto a la abortista espontánea martirizada de Belén, de Dolores Fonzi, es una manera de no dejar del todo fuera a los amigos argentinos. Y que se premie el singular thriller español de buzos onubenses y working class Los tigres al reconocer su fotografía es una inclusión más que compartida.
Un final feliz, ya decíamos. Qué más vamos a pedir. Con una Concha de Oro al gran cine del coraje que no teme importunar. Las cinco monjitas de Ruiz de Azua, el resurgimiento de Guerín, las notables e incomprendidas obras de Arnaud Desplechin y de Claire Denis. Y el festival más humano de todos los de clase A.
Palmarés
Concha de Oro a mejor película
«Los domingos»
Premio especial del jurado
José Luis Guerín por «Historias del buen valle»
Concha de Plata a la dirección
Joachim Lafosse por «Seis días en primavera»
Concha de Plata al protagonista
José Ramón Soroiz por «Maspalomas» y Zhao Xiaohong por «Her Heart Beats in his cage»
Concha de Plata al actor de reparto
Camila Plaate por «Belén»
Mejor guion
«Seis días en primavera»