Slava Polunin: «Tonto es un título muy honorable»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El «clown» Slava Polunin.
El «clown» Slava Polunin. Anna Hannikainen

Integrante de Cirque du Soleil y considerado el artista de clown en activo con mayor prestigio internacional, llega a Galicia con «Slava's Snowshow»

07 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Dice Vyacheslav Ivanovich Polunin (Novosil, 1950), conocido artísticamente como Slava Polunin, que él se puede expresar mucho más con el silencio que con las palabras. «Es más intenso. A lo largo del siglo XX, el teatro intentó superar la primacía de la palabra, al percibir lo trillado y falso de los discursos. El cuerpo es mucho más sincero», dice. La próxima semana estará en A Coruña (del 10 al 14 en el Teatro Colón) con Slava's Snowshow, un espectáculo teatral, circense, poético e intemporal que el autor lleva representando por todo el mundo desde 1993.

—Describe el espectáculo como un «caos organizado». ¿Qué hay detrás de este concepto?

—El amor por la improvisación. Nuestra obra es como el jazz: hay un tema principal en torno al cual los artistas pueden improvisar. No hay dos representaciones iguales.

— El final de la obra se considera una de las experiencias colectivas más famosas del teatro contemporáneo. ¿Qué espera provocar en el público en ese momento?

—Ese momento de la obra es ambiguo. El público decide. Siempre es importante que tenga espacio para su propia creatividad. Nosotros, desde el escenario, solo indicamos las direcciones en las que se desarrolla la trama. Me parece correcto que una obra de arte solo plantee preguntas y que el espectador busque las respuestas por sí mismo.

—Sus obras invitan a las personas a sumergirse en un estado de «feliz estupidez». ¿Cómo nos lleva el teatro a este estado?

—¡Oh, el teatro tiene todo un arsenal de medios para ello! Y el teatro clownesco tiene uno especialmente grande. En primer lugar, la máscara, que permite desnudar los rincones más recónditos del alma, porque no eres tú, sino otra persona. Este comportamiento de los actores involucra al espectador, como si le dijera: «No tengas miedo, aquí todo es posible». En segundo lugar, el payaso es un ser tan extraño e ingenuo que no hay por qué avergonzarse de él. Es un tonto, un bufón, se puede reír de él. Los espectadores se relajan y sus máscaras e imágenes cotidianas se desvanecen. En ellos despiertan los niños y niñas que fueron antes. Este estado sorprendente y agradable para las personas.

—Muchos le consideran el mejor payaso del mundo, pero usted dice que lo que más te enorgullece es dirigir la Academia de los Tontos. ¿Qué significa ser «tonto»?

— Tonto es un título muy honorable. Significa no mirar al suelo, sino observar las estrellas, dar importancia a las pequeñas cosas que pueden ser más importantes que los acontecimientos universales; significa ser capaz de disfrutar de la vida a pesar de todo; ser capaz de ver la belleza, incluso en lo cotidiano. Nuestra Academia reúne a este tipo de personas. Nuestro lema es: «Haremos lo que nadie necesita, pero de lo que no se puede prescindir».

—¿Qué aprendió al crear números para el Cirque du Soleil?

—Fue para mí una escuela muy importante, sobre todo en lo que se refiere a la organización de mi trabajo. Además, este circo me descubrió muchas cosas sobre mí mismo: aprendí a conocer mis ritmos, cómo organizar mejor mi horario, qué me gusta hacer y qué es mejor delegar a otros en el ámbito de los negocios... Fue una escuela muy grande y seria.

—¿Qué le ha enseñado la tristeza sobre la risa y la risa sobre la tristeza?

—Que una cosa no existe sin la otra. La alegría de unos a menudo se convierte en tristeza para otros. Sí, y la tristeza puede ser tan luminosa que se asemeja a la alegría. Al igual que la risa, puede ser cruel, burlona. Son las dos caras de una misma moneda.

—¿Por qué cree que el absurdo es una forma tan eficaz de hablar de la naturaleza humana?

—El mundo es absurdo. Y la naturaleza humana está llena de paradojas, es imposible entenderla siguiendo la lógica habitual. Todo en nosotros es ilógico, a menudo absurdo. Quizás eso sea bueno. De lo contrario, todo sería predecible y la vida se volvería insípida y aburrida. Y el payaso es el centro de esa ilógica, absurda y ridícula naturaleza.