La figura de Héctor Alterio ya es parte de la memoria sentimental del cine gallego al estar en el reparto coral del primer largo del coruñés Xavier Villaverde, Continental, filmado en 1989, y que junto a Sempre Xonxa (Chano Piñeiro) y Urxa (Carlos A.L. Piñeiro/Alfredo García Pial), conforman el trío seminal de nuestro cine en gran formato. Volvería a aparecer en otra producción galaica, Sei quen es (2000), de la directora de origen coruñés Patricia Ferreira. Ambos autores debutantes, lo que engrandece la personalidad de Alterio, pues siendo ya un grande en la pantalla, no dudó en implicarse en ambos proyectos. Murió con las botas puestas al continuar hasta el último momento en los escenarios teatrales, pues al cabo fue el teatro su gran pasión sobre el cine y la televisión (aparece en la muy reciente serie española, Su majestad, 2025, en Amazon Prime), que le permitió asomar en más de centenar y medio de producciones desde la década de los 60, sobre todo para el cine español.
En 1975 se vio obligado a permanecer en España al ser amenazado de muerte por la banda ultraderechista Triple A. Había viajado a San Sebastián para presentar La tregua (1974), de Sergio Renán, el primer filme argentino nominado al Óscar en la actual categoría internacional, de manera que aparecería en cuatro de los cinco primeros que su país natal logró colocar en los premios de Hollywood. Alterio está en La historia oficial (1985), de Luis Puenzo, la primera de ellas en ganarlo, aquí en la piel de un empresario en los últimos meses de la dictadura, en 1983, aunque el gran éxito (también reconocido con la estatuilla dorada) le llegaría con su entrañable personaje para la memorable El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), junto a la grande Norma Leandro y el entonces poco conocido Ricardo Darín.
Fue así como, a resultas de impedir su regreso a Argentina, al año siguiente, 1976, escribió su nombre en dos filmes que ya son parte de la gran memoria del cine español: Pascual Duarte (Ricardo Franco) y Cría cuervos (Carlos Saura). Desde entonces su acento particular y su singular físico, se apoderaron del público, formando parte de repartos que están entre la excelencia de nuestro cine. No regresaría a Argentina hasta 1980. Desde entonces, su doble nacionalidad le permitió alternar ambas cinematografías, trabajando aquí y allá. Si preguntamos por el personaje de Alterio que nadie olvida, ese es Nino Belvedere, el marido de la novia en la película de Campanella.