
El ex jugador del Betis llega a Ferrol seducido por el contrato más alto del club y la procedencia coruñesa de su mujer
12 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.«Ferrol ya tiene su Zidane». Lo comenta orgulloso el presidente del Racing, Isidro Silveira, al ver a Ángel Cuéllar de verde: «Es el jugador más caro de nuestra historia, como Zizou para el Madrid». Claro que llega gratis. La crisis del fútbol se intuyó antes en A Malata, donde hay una economía saneada, así que, junto al esfuerzo económico, el club usa otros encantos. Además de «las buenas referencias sobre la seriedad de la entidad y su proyecto deportivo», el extremeño le tira su corazón. «En mi decisión influyó el tema familiar», admitió ayer en su presentación. Y es que su mujer es la coruñesa Lola Pérez, Miss Galicia del 97. Media punta goleador y mejor pasador, más detalles lo emparentan a Cuéllar, de 29 años, con Zidane. Su fichaje por el Barça rompió el mercado del 95, como el galo quebró el del 2001. Ídolo del Betis, para el que goleó desde sus años de alevín, José Luis Núñez se lo llevó por los 500 millones de pesetas de las de entonces que figuraban en su cláusula de rescisión. Cuéllar ofrecía talento para reflotar un dream team que hacía aguas. Llegó con Figo, Kodro y Prosinecki, pero se lesionó en su debut en la Liga. Una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda acabó complicándose. Al siguiente año, Bobby Robson y Ronaldo llegaron a Can Barça. La competencia con El Fenómeno aconsejó el regreso a Sevilla. El Betis hizo caja al repescar a su niño prodigio por 300 millones. Si la relación de Cuéllar con su gente no se resintió, sí lo hizo con el omnipresente Manuel Ruiz de Lopera. Por escrito le firmó un contrato hasta el 2004 y un partido de homenaje cuando se retirase. El Tribunal Constitucional le pondrá fecha al acto, porque el dueño del club le despidió el pasado verano por «bajo rendimiento voluntario». Justo después de demostrar en el campo que una rotura de ligamentos cruzados en su rodilla derecha estaba superada. «Todo el mundo sabe lo qué pasó. Me echaron del Betis tras hacer una buena temporada, como tercer máximo goleador del equipo», explica. No fue la primera vez que Cuéllar lavó la mala imagen que Lopera le fabricó. Una sentencia le dio la razón cuando Lopera vertió falsas acusaciones contra él. Los más próximos al ex-internacional aluden a un problema de ego del excesivo presidente andaluz: «Para los béticos Ángel es Dios. Y Lopera no soporta compartir el cariño de la gente con nadie». Al salir de Sevilla se refugió en Tarragona. Nueve goles en 21 partidos le llevan a Ferrol. «El Racing me merece todos los respetos, igual que el Barcelona cuando fui. Tengo 29 años y estoy en lo mejor de mi carrera. Mi ilusión por el fútbol sigue intacta». A Malata lo disfrutará en cuanto se ponga a punto tras un verano sin tocar el balón. -