EL FÚTBOL ESPAÑOL vive una gran mentira. Urge reconocer las carencias que impiden al equipo nacional alcanzar ese nivel del que se presume antes de competir. Los méritos que algunos comunicadores se inventan no afloran a la hora de la verdad, y después se acostumbra a echar mano de justificaciones inadmisibles; las airean y repiten con insistencia, buscando así que no estalle el globo... El equipo formado por Luis Aragonés salió dando bandazos de su partido con Lituania para caer estrepitosamente ante Bosnia, pues el empate es un fracaso vergonzoso. Lo que el aficionado español pudo leer y escuchar en las horas siguientes eran mensajes, sino de felicitación porque a tanto no se atreven, sí que aparecían envueltos en una dosis de tranquilidad: «España depende de si misma para ir al Mundial», o este otro: «El empate nos vale para ir a Alemania, ganando los tres partidos que faltan». Y del partido, un titular me llamó la atención: «Marchena apaga el fuego», algo que no niego, pero me temo que los rescoldos traerán consecuencias. En ninguno de los comentarios leí que la selección española sale a jugar sin rematadores, ni de cabeza ni con el pie. Veintidós saques de esquina y ni un solo remate. Raúl parece haber perdido el olfato del gol y Luque, un delantero veloz y de fuerte pegada con la izquierda, no es el futbolista idóneo para delantero centro, por mucho que él lo proclame. Fernando Torres es el ariete más indicado de los tres, para cuyo puesto no hay hombres como el Santillana de antes o el Ismael Urzáiz de más tarde, pues Salva y Fernando Morientes se quedaron en el camino. Sin embargo, con cualquiera de estos tres contra la selección de Bosnia, no haría falta que el valencianista Marchena hiciera de bombero.