Murcia será el escenario del primer partido oficial del combinado nacional tras la Eurocopa
06 sep 2008 . Actualizado a las 18:52 h.Bosnia-Herzegovina es el primer adversario en el largo camino hacia el Mundial de Sudáfrica. Los españoles asumen que el principal escollo son ellos mismos. Luchar contra el triunfalismo, la euforia del campeón continental, es el objetivo de los hombres de Del Bosque en el inicio de esta nueva etapa.
El futuro empieza hoy ante el mismo rival con el que se estrenó Luis Aragonés en partido oficial. Cosas del destino, del caprichoso fútbol. De los mediocres protagonistas de aquella batalla de Zenica (1-1) que abría la senda hacia el Mundial de Alemania sólo quedan Casillas, Puyol y Xabi Alonso.
Pese a que el bloque de la Eurocopa se mantiene, ya que de los campeones sólo faltan los lesionados Torres, Silva y Marchena; el tercer portero, Palop, el zaragocista Sergio García y el madridista De la Red, la sensación es muy distinta a la de otras fases clasificatorias. «Se respira un aire nuevo, se observa en la gente más ilusión que nunca. Es lo que esperábamos hace mucho tiempo», confesaba nada más llegar a la capital pimentonera el guardameta Iker Casillas.
Tras su sonado éxito en Austria y Suiza, España es más creíble. Le avalan su escalafón, su pedigrí, su toque, su prestancia, su insultante juventud no exenta de oficio y su carácter competitivo. Se creen ganadores, algo inaudito antaño, pero sin presionarse, sin añadir obsesiones a un mundillo en el que la virtud del término medio brilla por su ausencia.
Todo son sonrisas en el equipo nacional. Se acabaron las lágrimas, las excusas, los lamentos. Igual que el amarillo da alas a los ciclistas, a los de rojo el reinado europeo les otorga confianza para mantenerse, para ahuyentar viejos complejos.
El Mundial de Sudáfrica empieza ahora, en Murcia. Sin Silva ni Torres, unas «bajas sensibles y destacadas» que, a juicio de Villa, se deben suplir desde «el espíritu de grupo». Y quizá con algún extremo joven y punzante como Capel. Es el toque de don Vicente, el sosegado, el reflexivo, el inmutable.
Por tercera vez consecutiva en una clasificación mundialista espera Bosnia-Herzegovina. Balcánicos, esforzados, viejos guerrilleros. Pero menores, de perfil medio bajo. Se les derrotó dos veces con Camacho en la antesala del Mundial asiático (1-2 en Sarajevo y 4-1 en Oviedo), pero no se pudo pasar de sendos empates a uno con Luis. Eran otros tiempos, transición hacia el estrellato.
Es un rival correoso que llega en tono amenazante, pero Miroslav Blazevic, el viejo zorro croata que reemplazó al disidente Meho Kodro, pincha en hueso. «Sé lo que nos espera en Murcia, pero creo que estamos en plena forma. Ante los mejores resulta más fácil jugar», aduce el técnico bosnio. Su problema es que España, al fin también en fútbol, ya es diferente. !Ga-na-do-ra!