El zurdo de San Diego quiere ganar por su mujer, enferma de cáncer, en el campo donde Woods venció en el 2002
18 jun 2009 . Actualizado a las 03:06 h.Después de ganar el Memorial, Tiger Woods celebró el título con un viaje a Nueva York para entrenarse al día siguiente en el recorrido negro del Bethpage State Park. Tras vencer en el torneo que organiza Jack Nicklaus, hace dos semanas, su prioridad ya era preparar el US Open. No había tiempo que perder, aunque allí ya ganase el título en el 2002, en un recorrido público en cuya entrada un cartel advierte: «El black course es un campo extremadamente difícil, el cual recomendamos solo para golfistas altamente experimentados».
Tradicionalmente difícil, el US Open viaja desde hoy ( Golf +, 19.00 y Canal+, 01.00 ) a Bethpage, el segundo campo más largo en la historia del torneo. Se juega sobre 6.787 metros. En ese recorrido interminable, de calles estrechas y rough amenazante, Woods persigue su primer triunfo en un grande desde que una grave lesión de rodilla lo obligó a pasar ocho meses de baja. Si de jugar recto se trata, el californiano cogió todas las calles en la última vuelta del torneo.
El californiano ya ganó en Bethpage en el 2002 con tres golpes bajo el par. Le siguió Phil Mickelson. Ambos protagonizaron hace apenas dos meses un duelo memorable durante un par de horas en el último Masters, aunque no completaron una remontada que permitió el triunfo a Ángel Cabrera.
Si a Woods el US Open lo sitúa ante el reto de volver a ganar un grande tras su lesión, para Mickelson el torneo tiene un claro significado personal. El zurdo de San Diego interrumpió su carrera hace unas semanas, cuando a su esposa, Amy, le diagnosticaron un cáncer de pecho.
La enfermedad
Volvió la semana pasada, pero como su mujer ingresará en el hospital el 1 de julio para someterse a una operación, renunciará al Open Británico. Para Mickelson, el torneo que empieza hoy no es uno más. En su gorra luce un lazo rosa, símbolo de la lucha contra el cáncer. Y su comparecencia ante los periodistas giró alrededor de la enfermedad de su mujer y la normalidad con la que intentan afrontar la situación. «Es la razón por la que creímos que debía volver. Amy me apoya. Me envía mensajes, cartas y me dice que quiere ver el trofeo en la habitación del hospital. Intentaré complacerla», explicó.
Tras Woods y Mickelson, el resto. Con su título en el US Open de hace dos años y la victoria en el desempate del último Masters, el argentino Ángel Cabrera cuenta más. También Padraig Harrington, con tres grandes en los tres últimos años, está llamado a la pelea, pero llega a Nueva York tras fallar cuatro cortes en sus cinco últimos torneos. El irlandés apartó del triunfo al español Sergio García, eterno aspirante, en el Open Británico del 2007 y en el Campeonato de la PGA del 2008.