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Contador devuelve el golpe

DEPORTES

11 jul 2009 . Actualizado a las 02:43 h.

Cuando las rampas de Arcalís agonizaban, Alberto Contador rompió el tedio con su pedaleo alado. Atacó a falta de dos kilómetros de meta. Voló como una libélula y dejó atrás el plomizo grupo de favoritos. Andy Schleck quiso responder y Lance Armstrong, atado por la presunta lealtad de equipo, se limitó a convertirse en la sombra del luxemburgués. Contador rozó el amarillo. Se quedó solo a seis segundos de Rinaldo Nocentini, nuevo líder, gracias a su participación en la fuga del día y al derrumbamiento de Fabian Cancellara. Y aventaja en dos a Armstrong. Los galones del Astana vuelven a cambiar de maillot.

La primera llegada en alto se convirtió en una fuente de alegrías inesperadas. Para Nocentini, que se enfundó el amarillo entre bromas. Y para el francés Brice Feillu (Agritubel), el hermano de Roman, un debutante de 23 años que apuntilló a sus compañeros de fuga para cobrarse una pieza de lujo, un triunfo en una etapa de la grande boucle . Egoi Martínez e Iván Gutiérrez fueron compañeros de aventura del vencedor, pero sus fuerzas se fueron erosionando camino a la cima tras los hachazos de Christophe Kern y Johannes Frohlinger.

Guardia pretoriana del Astana

Arcalís se saltó partes del guión, pero no borró a nadie de la lista de candidatos. La jerga ciclista, se esperaba que los aspirantes heridos en la crono inaugural agitaran el árbol en al primera final en alto. Pero pasaban los kilómetros y no se movía ni una hoja. La guardia pretoriana del Astana marcaba su ritmo con cinco corredores en cabeza del gran grupo. Pasaban los minutos y se iban desvaneciendo las esperanzas de revolución.

Contador esperaba un movimiento que convirtiera a sus rivales en aliados circunstanciales. Quizá los hermanos Schleck. Quizá Denis Menchov, el gran derrotado de la primera semana de carrera. Quizá Carlos Sastre, en un zarpazo no muy profundo pero prolongado. Pero fue Cadel Evans el que lanzó un ataque. Todo un síntoma.

El australiano, un corredor habitualmente agazapado y avaro en sus propuestas, saltó de la prisión del Astana sin éxito. La sangría se produjo en la zona trasera del grupo, no entre los gallos de cabeza. Después, fue su compañero Jurgen Van den Broeck, el que arrancó en solitario sin mirar atrás, un nuevo despropósito táctico del siempre anárquico equipo Silence Lotto.

«Tenía que intentarlo»

Después, de nuevo el recogimiento, la tensa espera, la incógnita sin despejar. Hasta que atacó Contador. «El resto no probaba, tenía que intentarlo», comentó el madrileño. Ya no había margen para una gran cabalgada, pero sí para devolver el golpe del abanico La Grande Motte y para dar un golpe psicológico. Cobró 21 segundos sobre el resto de favoritos. Y dio otra vuelta de tuerca a la jerarquía del Astana.

El gallego Óscar Pereiro cedió en la meta 6 minutos y 12 segundos. Puede ser su pasaporte a la aventura.