Crece Dolgopolov, el niño que mamó el tenis

P. a. l. REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

25 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Es diferente al resto». El mantra que acompaña los pasos de Alexandr Dolgopolov lo repitió ayer Andy Murray, su próximo rival. El ucraniano luce un tenis particularísimo, golpes que acompaña con pequeños saltitos, empuñaduras planas que evocan el juego de antaño, dejadas imposibles, capacidad de improvisación... El ayer verdugo del sueco Robin Soderling (1-6, 6-3, 6-1, 4-6 y 6-2) arrastra una vida también peculiar. Hijo de tenista convertido a entrenador, a los 4 años empezó a viajar por el mundo. Su madre, ex gimnasta medallista en un europeo, se quedó en Kiev al cuidado de su hermana, y el pequeño Alexandr siguió a su padre Oleksandr, entrenador del también ucraniano Andrei Medvédev, finalista de Roland Garros en 1999 y que llegó a ser la cuarta raqueta del mundo.

A los 22 años, Dolgo ya es algo más que una nota curiosa en los torneos. El ránking aún no le hace justicia. Pero pronto pisará posiciones más adelantadas que su actual puesto número 46. Comprometido para jugar en Buenos Aires y Acapulco, sin cartel todavía de estrella, dudó ayer si podría viajar a esos países: «Necesito visados».

Especialista en tierra, consigue en Melbourne su mejor resultado en un torneo del Grand Slam, cuyas previas todavía frecuentaba no hace demasiado. Hace tres años, como quien estrena mayoría de edad, cambió los consejos de su padre por los del australiano Jack Reader.

En Melbourne salda cuentas. Al rescatar los momentos más crueles de su carrera, elige el Open de Australia del 2008. «Perdí el último partido de la previa después de tener cuatro puntos de partido», recordó hace poco. Lo espera Murray, que ya le ganó hace cinco años en un duelo de Copa Davis, su único enfrentamiento previo.