Excelente ambiente de fiesta en el Multiusos de Sar. Los partidos entre el Obradoiro y el Breogán, rivales que se han granjeado una extraordinaria rivalidad, son un bien necesario para el baloncesto. Dos aficiones entregadas a sus equipos magnifican el espectáculo del deporte y contribuyen a que la gente se enganche al sonido de las canastas.
En la primera mitad, los lucenses sacaron a relucir su corazón. Los de Moncho Fernández, poco frescos y con poco equilibrio en el juego, fueron barridos por un híper motivado Leche Río. Sin embargo, la tercera falta personal de Mokongo supuso un duro lastre para los visitantes.
Además, tras el paso por el vestuario, el poder mental pasó al bando compostelano. Con Tuky Bulfoni como estandarte, los santiagueses pisaron el acelerador y acabaron sacando de la pista a los celestes.
Un tiempo para cada equipo y éxito para un Obradoiro que realizó un despliegue colosal en los segundos veinte minutos. El castigo final tal vez fue excesivo para los méritos del Breogán, que, sin embargo, no puede discutir el triunfo firmado por los compostelanos. Lo peor, los árbitros, indignos de un derbi de tal calibre. Desquiciaron a unos y otros con su cambiante criterio.