Clarke estira la fiesta irlandesa

Antonio Tomás SANDWICH / EFE

DEPORTES

Tras los éxitos de McDowell y McIlroy, el veterano golfista gana el British

18 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La tercera fiesta grande en Irlanda del Norte ya está en marcha y la culpa la tiene Darren Clarke, un veterano golfista de 42 años que domó durante cuatro jornadas al complicado Royal St.George inglés para imponerse con autoridad en el 140 Open Británico.

Irlanda del Norte, el país más pequeño de los que componen el Reino Unido que no llega a los dos millones de habitantes, vuelve a estallar de júbilo por tercera vez y en poco más de un año por los éxitos de uno de sus golfistas. Graeme McDowell, de 31 años, ganó en 2010 el Open estadounidense; solo un año después, Rory McIlroy (22 años), le sucedía en el palmarés. A la fiesta en Belfast acudió Clarke, el más veterano, pionero y mentor de sus dos compatriotas. «En aquella fiesta por McIlroy mucha gente me dijo que ahora era mi turno», comentaba incrédulo Clarke tras la segunda ronda del viernes del Open en el Royal St.George, en la que alcanzó el liderato del torneo.

Y ese turno le llegó merecidamente a Clarke, tras una jornada final en la que lidió primero con el fuerte viento, a continuación con el arranque meteórico de Phil Mickelson -seis abajo en los diez primeros hoyos- y finalmente con el ascenso de Dustin Johnson, que después se diluyó.

Clarke, para contrarrestar la efectividad de Mickelson, tuvo el acierto de embocar un eagle en el hoyo 7, cuando, además, arreciaba el viento y el zurdo de San Diego le empataba. El final de la historia parecía escrita. Clarke ganó con cinco abajo, con tres de ventaja sobre Mickelson y Johnson, ambos igualados en la segunda plaza. El norirlandés alzó con los brazos su sueño más preciado como jugador de golf, la Jarra de Clarete, mientras caía una fina lluvia.

Miguel Ángel Jiménez, el español que partía con opciones, se vio arrastrado por el viento para firmar 78 golpes (+8). Acabó vigésimo quinto, mientras Sergio García, tras una excelente última vuelta de 68 golpes aunque exenta de presión (no optaba al título), logró meterse entre los diez primeros.

Un norirlandés, 64 años después

Desde Fred Daly, en 1947, ningún otro norirlandés había conseguido conquistar el Open Británico. El nuevo y renacido Clarke tiene ya razones más que sobradas para justificar su última inversión profesional y personal. La ayuda que el psicólogo Bob Rotella le ha prestado en las dos últimas temporadas, su traslado de residencia de Londres a Portrush, en Irlanda del Norte, para estar más cerca de sus hijos; su pegada magistral de bola baja contra el viento y la que será próximamente su esposa, Alison Campbell, han obrado el milagro. Clarke, el golfista que no se dejó intimidar por Tiger en el Mundial del 2000, ha logrado ganar el Open. «Ha sido clave para poner mi vida de nuevo en orden», reconoció. Ahora, el golf también se ha reconciliado con Clarke.