Un bracicorto ciego de un ojo, pero con inmenso talento

Chano Planas

DEPORTES

09 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Lo primero que me viene a la memoria al recordar a Frazier es que era ciego de un ojo, que engañó a los médicos toda su vida y sostuvo su carrera en su gran talento. Era pequeñito y fue uno de los grandes. Es un ejemplo de superación. Se encontró con lo mejor de lo mejor de la historia del boxeo y las tres batallas con Alí marcaron una época en este deporte. En la de Manila, con el ojo bueno cerrado, él quería aguantar un poco más, pero los entrenadores sabemos que no se trata de resistir tres minutos, sino que solo veinte segundos pueden acarrear daños irreparables. Por eso, Eddie Futch arrojó la toalla. Y cuando levantaron la mirada, Cassius Clay estaba haciendo el ademán de cortarse las cuerdas de los guantes porque tampoco podía más.

Frazier era uno de mis ídolos, pero le faltó el carisma de Alí, al que nadie pudo hacer sombra en ese aspecto. Bracicorto, cogía bien la distancia con la cintura y un pasito hacia adelante. Tenía una potencia de pegada impresionante. Y una precisión fuera de lo normal, para ver solo de un ojo. Muhammad Alí lo menosprecia antes de su primer enfrentamiento y Frazier le rompe su manera de boxear. Lo vieron 300 millones de personas. Y hay gente que da por vencedor a Frazier en el segundo combate. No se puede hablar de uno de los dos boxeadores sin mencionar al otro. Han caminado juntos en la historia del boxeo. Las estadísticas de Frazier lo sitúan como uno de los grandes de este deporte, aunque otros como Alí hayan tenido más repercusión mediática.

Son grandes ídolos, pero no los últimos. A excepción de España, el boxeo ha sabido cuidar a sus mitos hasta llegar a la actualidad. Gracias a nombres como Frazier.