
Llegó al Obradoiro como alumno con futuro y este curso imparte magisterio
18 oct 2012 . Actualizado a las 11:48 h.Levon Maxwell Kendall (Vancouver, 1984) llegó al Obradoiro de la LEB procedente del baloncesto griego, con credenciales de alumno aventajado, con fama de pívot conocedor del oficio en defensa y buena mano en la media y la larga distancia. En ataque le gustaba más jugar de cara que de espaldas, con cierta tendencia a evitar el contacto. Él mismo, el día de su presentación, respondió, antes de que le tradujeran, respecto a si se consideraba un cuatro o un cinco: «Cuatro y medio».
Semanas después ya se manejaba con el español. Y a la par fue emergiendo un personaje polifacético con una elegancia y un talento naturales que lo dibujan como un Da Vinci dentro y fuera de la cancha. Esas cualidades hacen de él un buen intérprete del baloncesto cuántico de Moncho Fernández, diseñado para jugadores que saben descifrar los partidos y tomar decisiones en consecuencia.
Abrazando el poste bajo
En el último encuentro, frente al Canarias, comenzó con una canasta a dos metros del aro, con la mano izquierda, superando la defensa de Donaldson. En el último cuarto le hizo dos seguidas a Lampropoulos en el poste bajo. El entrenador retiró al griego, volvió a poner al americano y, como en la primera jugada del choque, Kendall hizo diana.
El canadiense, sin renegar de sus tiros de media y larga distancia, explota cada vez más y con mejores resultados sus habilidades cerca del aro.
Víctor Pérez, uno de los ayudantes de Moncho Fernández y buen conocedor de la evolución de Kendall, subraya que «no es tanto producto de un trabajo específico cuanto que cada vez se ve con más confianza para hacer más cosas. Y sus compañeros también los buscan más, pero no porque haya una consigna en ese sentido».
Moncho Fernández recuerda que la pasada campaña el pívot ya firmaba buenos números. Los mejoró en la segunda vuelta, al igual que todo el colectivo. Y ahora parece haber dado un paso más, asumiendo galones.
Frente al Canarias, hay un gesto inequívoco dirigido hacia Salah Mejri, pidiéndole más cabeza. Hasta este curso era difícil verlo ejerciendo el liderazgo. Por cierto, con Mejri, en Fuenlabrada, protagonizó una de las jugadas de la temporada: un 2,10 conduciendo como Magic Johnson y un 2,17 acompañando y remachando como Wilkins.