Operación Puerto: El aterrador ciclismo de Manzano

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La declaración del excorredor del Kelme desnuda

14 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Asegura que en el 2004 decidió desnudar el ciclismo del que lo habían echado para que el deporte se regenerase. A aquel ritmo «se podía quedar uno muerto en la habitación de un hotel», subrayó ayer Jesús Manzano durante el juicio de la operación Puerto. Fue precisamente aquel testimonio recogido en el diario As sobre las prácticas dopantes en el equipo Kelme lo que llevó a la Guardia Civil a la desarticulación de la red que dirigía Eufemiano Fuentes, su médico de entonces. Hace casi nueve años su relato puntillista de «un mundo sin escrúpulos» (como lo definió otro arrepentido, el alemán Jörg Jaksche) tuvieron, sin embargo, poca credibilidad. El perfil de segundón con afición a la vida nocturna de Manzano invitó a creer que hablaba desde el despecho.

Pero el pelotón esquivaba su nombre como si de la peste se tratase y quienes habían sido sus compañeros se dedicaban a desacreditarlo. La Justicia, a su paso, eso sí, le prestó más atención de lo que Manzano creyó en su momento. Dos años después llegaron las detenciones de Eufemiano y Yolanda Fuentes, Merino (excluido del juicio por padecer alzhéimer), Alberto León (quien se suicidó cuando lo detuvieron en el marco de la operación Galgo), Labarta, Belda y Manolo Saiz; las confesiones de Ullrich, Hamilton, Jaksche y Lance Armstrong, entre otros.

Un deporte sin alma

Pagar el peaje de la vida

Lo que había dicho un don nadie como el madrileño Jesús Manzano ya dejó de verse cómo la narración descabellada de un resentido. Lo que había contado en un periódico parecía que se aproximaba a la macabra realidad. Entonces, como ayer ante la jueza, describió aquel ciclismo como un deporte sin alma. Donde solo importaba ganar a cualquier precio, incluso cuando el peaje a pagar significaba la vida. Inyecciones con medicamentos para uso veterinario, bolsas de sangre ocultas en botes de Tetra brik para pasar la frontera a Francia, transfusiones autólogas en habitaciones de hotel, desvanecimientos en mitad del Tour,... son algunos de los detalles de una época sobrecogedora y que Manzano desgranó con la precisión de un bisturí. Sus recuerdos siempre escuecen en el ciclismo.

Vicente Belda

El inductor de las trampas

Quien fuera su director en el Kelme, Vicente Belda, dejó caer la responsabilidad de haberlo iniciado en el dopaje. Contó cómo un día llegó a la habitación de un hotel y le dijeron que le iban «a trucar el motor». Allí se encontró a Eufemiano Fuentes que le administró epo. Después se aplicaba las dosis que le correspondía en su propia casa. Antes de aquello, Belda le había recriminado por teléfono que no se estaba rindiendo cómo se esperaba de él. «Con Belda no hay opción de hablar, o está de buenas y todo es ?jijí jajá? o de malas y se caga en tu padre», recalcó sobre el perfil del máximo responsable de su equipo al hablar de los motivos de su salida de la formación.

El papel de Yolanda

Conocía todo lo que ocurría

Durante su declaración, Eufemiano Fuentes quiso restar responsabilidad a su hermana en el entramado de la trama. Sin embargo, Manzano asegura que Yolanda conocía todo lo que sucedía en el equipo y que proporcionaba a los corredores «unos polvos blancos» que mezclados con la orina servían para hacer indetectable el consumo de epo durante los análisis de la Unión Ciclista Internacional (UCI). Además, algunas de las recetas de hormona femenina (HMG) que Fuentes prescribía a los ciclistas estaban a nombre de Yolanda. Jesús Manzano también implicó a los médicos Alfredo Córdova y Walter Virú.

Eufemiano y Labarta

Elaboraban la preparación

Los encargados de mantener al equipo en forma. Fuentes diseñaba la extracciones de sangre que se realizaban en dos bolsas de medio litro. Durante esa semana José Ignacio Labarta les ponía sesiones más suaves a los corredores de 60 u 80 kilómetros para que se fuesen recuperando. Luego se le reinfundía a los ciclistas. Era lo que Belda, según el testimonio de Manzano, conocía como «poner el aceite». También Eufemiano era el encargado de proporcionarles productos como Actoveign o Oxiglobin, de origen bovino y canino, respectivamente. Oxigenadores de la sangre. «Había un cachondeo con esto. Belda decía: ?Unos días van ladrando y otros van mugiendo?.

El tour del 2003

A punto de morirse

Precisamente una aplicación de Oxiglobin durante aquella edición de la ronda gala estuvo a punto de costarle la vida. Mientras pedaleaba tras la rueda de Virenque, sufrió un desvanecimiento. «De repente, abrí los ojos y estaba en una ambulancia», comentó. «Me dijeron que no contase lo que me habían puesto y no me dejara hacer analíticas, porque podíamos ir a la cárcel», aseguró ayer Manzano. Aquel episodio provocó una reunión de los integrantes del Kelme para pedir «más control y medicamentos en mejor estado».