Recuerdos de Augusta en los 70, más cerrado al mundo

La Voz

DEPORTES

11 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Este año tengo la oportunidad de regresar a Augusta, donde jugué invitado en 1978. Entonces me llamó la atención lo cuidado que está todo, el tratamiento que dan a los jugadores, la perfección que buscan en todos los detalles. Si St. Andrews es la meca del golf tradicional, con sabor a antiguo, el Masters representa al golf moderno.

El Masters nació como el patito feo de los cuatro grandes. Los otros tres tenían más tradición, pero poco a poco les fue ganando terreno. Aunque el British sea el torneo por antonomasia, la cita de Augusta hoy puede ser el torneo de golf más apetecible de ver por todo el mundo del golf. Hay muchos motivos, la presentación y preparación del campo, el tratamiento de los espectadores, el aprovechamiento de las nuevas tecnologías...

En los años setenta no había ránking mundial, por lo que jugué el Masters solo una vez. Creo que con los requisitos actuales, que recogen varias posibilidades para acceder al torneo, habría podido disputarlo dos o tres veces vez más. Entonces los americanos lo tenían copado todo. En aquel momento, mi generación, con Severiano Ballesteros a la cabeza, empezó a abrir el camino. Me invitaron en el 78, y fue una experiencia bonita, aunque quizá había hecho más méritos para poder disputarlo en otras temporadas.

En 1977 gané el PGA británico y algunos torneos más, gracias a lo que me llegó la invitación para el Masters de 1978. Pero hubo otros años en los que reuní méritos. En 1976 gané el Open de Suiza, conseguí la Copa del Mundo con España y terminé entre los cinco mejores de la orden de mérito. En el 1981 vencí en Suiza y Madrid. En 1982 me impuse en el Abierto de Europa y en la Copa del Mundo individual. Y tampoco llegó la invitación. Pero es ridículo comparar épocas. Lo único importante es competir con los mejores de la tuya, no hay más.