
Era el gran favorito y no defraudó
16 jun 2013 . Actualizado a las 19:10 h.Era el gran favorito y no defraudó en las carreteras del Rali de Ourense, un año más abarrotadas con miles de fieles a una de las convocatorias deportivas con mayor tirón del país. Luis Monzón superó a la postre, en 24 segundos, al que fue vencedor de las dos últimas ediciones, Miguel Fuster.
El piloto canario volvió a ser desde el principio la gran referencia de la carrera con su automóvil mundialista. Aún así, nadó y guardó la ropa tanto en el tramo espectáculo del viernes como en los trazados de primera hora de la mañana de ayer, donde terminó de modo prematuro -a causa de un pinchazo- la actuación de un Sergio Vallejo que había estado fino en el prólogo.
Miguel Fuster y Xevi Pons dominaban de salida la general, pese a que el alicantino no transitaba por terreno favorable para su Porsche 997. Entonces comenzó a tomar la manija Monzón, aunque lo que restaba de la mañana quedó empañado por los incidentes. Primero, el incendio que se produjo en el vehículo del cántabro Surhayen Pernía, quien lo abandonó antes de que quedara prácticamente reducido a su chasis.
La imposibilidad de retirarlo de la calzada forzó la neutralización de lo que restaba de la segunda pasada por Os Peares y tampoco pudieron contabilizarse los cronos de la siguiente especial, en A Peroxa, debido a una avería del coche 0.
Estocada
Ya en la sesión vespertina, puede decirse que Luis Monzón cogió su fusil. Si ya se había anotado el scratch anterior, a partir de ahí, no dio opción a sus perseguidores y extrajo todo el potencial de su Mini John Cooper WRC. De hecho, ganó cada tramo, hasta que contemporizó en su último paso por Luíntra, administrando la ventaja de 28 segundos con la que prácticamente había sentenciado la prueba, sabedor de que lo importante era llegar al final el itinerario y no correr ningún riesgo.
Fuster se centró en ganarle a Pons el mano a mano por el segundo puesto, mientras que los dos mejores gallegos -Víctor Senra y Alberto Meira- se disputaron el cuarto puesto, con victoria final del piloto de Dumbría, favorecido en parte por los problemas del de Vincios con un palier. Y todo en una entretenida competición, que brilló por su dureza y por el abandono de casi la mitad de sus participantes, ya que la concluían treinta y cinco de los sesenta coches que habían tomado la salida el día anterior en la «Cidade do Transporte».
Porque el Rali de Ourense volvió a refrendar, además, esa comunión que tiene con una de las aficiones más entendidas de España en lo que al mundo del motor de refiere. Buena parte de la provincia fue un hervidero de peregrinos dispuestos a apostarse en las mejores ubicaciones, para contemplar cada detalle de una prueba que ofreció el máximo espectáculo que puede brindar el Nacional de Asfalto. El trabajo de la Escudería Ourense ha merecido la pena un año más.