La presencia de José Luis Mateo y Moncho Fernández en la Liga de Verano de las Vegas fue determinante a fin de que las gestiones para firmar a Mike Muscala y Durand Scott llegasen a buen puerto. Sobre todo en el caso del pívot.
Muscala estaba en la lista de los cincuenta, en pole position. Cuando empiezan las conversaciones, la operación se presenta más que complicada. El agente americano les anticipa que el pívot está muy encaminado hacia un equipo de Eurocup. Y a los Hawks de Atlanta la opción del Obradoiro no les dice mucho.
Pero la delegación santiaguesa en Las Vegas persevera y consigue revertir la situación. Le hacen ver al equipo de Atlanta que Compostela es un buen escaparate, como lo fue la pasada campaña con Salah Mejri y Hummel. Les detallan el plan de trabajo individualizado con el pívot tunecino. Les dejan claro que tienen muy estudiado a Muscala, cuáles son sus cualidades y qué pretende el cuerpo técnico. Y poco a poco el Obradoiro va ganando terreno.
Los Atlanta piden informes en Minnesota sobre la experiencia de Hummel. Y también quieren tener una planificación del preparador físico para el caso de que Muscala recale en Sar.
El idioma, aliado inesperado
Cuando Mateo y Fernández se van de Las Vegas, lo hacen con el compromiso de que el Obradoiro es la primera opción para Muscala. Y hay otro detalle que tuvo una influencia considerable: el deseo del jugador de mejorar su español.
Días después se cerró el acuerdo, justo a tiempo, porque un equipo italiano llegó tarde a la carrera por el pívot. Por muy poco.
La opción de Durand Scott es de las que aparecen sobre la marcha y obligan a cambiar los tiempos del plan de ruta. No estaba previsto cerrar el perímetro tan pronto. Pero el jugador emergió como complemento ideal y distinto. El club ya le había tomado la matrícula y, al constatar que podría jugar como cotonú por su pasaporte jamaicano, puso toda la carne en el asador.