Veiga sigue la pauta marcada y desatiende algunas de sus funciones
23 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.La incertidumbre que rodea al Breogán empujó a Antonio Veiga a la presidencia del club el pasado 29 de mayo. Solo ocho días después de su acceso -a regañadientes- al mando, organizó una reunión casi clandestina en el Pazo para realizar una propuesta que el Consejo de Administración celeste «no podría rechazar», que diría Vito Corleone. En ella, puso sobre la mesa una ayuda extraordinaria de 205.000 euros al club a cambio de la aprobación, por parte sus compañeros de cúpula, de la salida de la Diputación del accionariado de la SAD. Triunfo aplastante, con la única abstención del integrante del Partido Popular.
Desde entonces, el presidente del Breogán ha seguido a rajatabla el dictado de las bases del BNG, el partido al que pertenece. El principio reza que las instituciones no deben estar presentes en las Sociedades Anónimas Deportivas. Y su comportamiento, pese a que para algunos pueda parecer desconcertante, no deja de ser el paseo en la dirección marcada. Con destino, pero, en este caso, sin rumbo.
Es concejal en Barreiros, donde la mayoría absoluta del PP parece inquebrantable, desde la década de los noventa. Cuida con mimo su presencia en la parroquia de Celeiro de Mariñaos, en la que reside. Y por su actuación al frente del Breogán, ha dejado patente que desconoce el calado que el club de baloncesto posee en la ciudad de las murallas.
Todas las alarmas se encendieron por primera vez cuando, tras anunciar el plan para que el organismo provincial se deshiciese del accionariado del club, recibió críticas feroces que ni mucho menos se han acallado.
Tal vez, los golpes afecten más a sus asesores. Alguno de ellos, según se escucha por los pasillos de la casa de San Marcos, seguidor del Celtas de Foz y rencoroso con el Breogán, al que achaca parte de los males del club mariñano.
Pero Veiga sigue a lo suyo. Algunos critican que toda su labor se limita a dejarse ver por A Mariña, zona en la que le gustan las fotografías y los micrófonos, para promocionarse y apoltronarse allí más adelante. Y lamentan que, mientras tanto, sesgue las obligaciones de su cargo.
La trayectoria de Veiga al frente del Breogán se ha convertido en un quebradero de cabeza para los fieles del equipo capitalino. Su dejadez, independientemente de las razones que Jesús Lence tenga para elegir a quién patrocinar, es evidente.
Algunos eligen pantallas de plasma para dar explicaciones, pero Veiga prefiere, de un tiempo a esta parte, y más en la zona centro de la provincia, parapetarse detrás de comunicados de prensa. Trufados, eso sí, de medias verdades. Nunca ha explicado cuál es la situación económica del Breogán en la actualidad. La deuda con Monbus se palió parcialmente hace unos días, pero aún se le deben unos 115.000 euros a la empresa de Raúl López. Y a esa cantidad hay que añadirle otras como la ayuda que el club debe devolver a la Xunta u otra de inferior importe con Viajes El Corte Inglés.
Veiga reitera que dejará un Breogán saneado. Pero es un secreto a voces que, en más de una ocasión, en cuanto el club ha recibido un ingreso, parte de este pudo destinarse a la Fundación Balogal, ese ente opaco en el que el Partido Popular denunció que han realizado su labor algunos integrantes de listas electorales del BNG.
O, también, para conceder adelantos monetarios al Estudiantes, como el de 5.000 euros que sirvió para que su primer equipo se pudiese inscribir hace semanas en la EBA. Bien es conocido en la Diputación que algún directivo del club nacido en los institutos hace guardia en las inmediaciones del despacho de Veiga con frecuencia.