
Es, probablemente, el único club del mundo que tras su ingreso en la ACB empezó a hacer socios antes que fichajes
27 nov 2013 . Actualizado a las 10:07 h.Que la afición del Obradoiro tiene sello propio es algo sabido y reconocido. Lo difícil es alimentar ese ADN, forjado en la adversidad, porque para disfrutar del éxito siempre sobran voluntarios.
Es, probablemente, el único club del mundo que tras su ingreso en la ACB empezó a hacer socios antes que fichajes. Tras una primera vuelta que dejó al equipo a las puertas de la Copa del Rey, firmó una segunda con una sola victoria y acabó descendiendo. Lejos de deprimirse, los seguidores ejercieron de catapulta para retornar a la máxima categoría al primer intento.
Es la misma afición que no se descompuso después de cinco derrotas en cinco partidos seguidos disputados en Sar, en el ecuador de la Liga Endesa. El duelo que valió la permanencia, ante el Valencia, compensó todos los desvelos anteriores.
El pasado curso fue la excepción, y también en los días de vino y rosas rayo a gran altura. Más que eso, estuvo por encima de las expectativas más razonables. El equipo se quedó, literalmente, a una canasta de entrar en la Copa, en Badalona. Pero un grupo de aficionados recibió a la expedición en Lavacolla como si el Obradoiro hubiese ganado al Joventut.
Y, en el último partido del curso, ante el Real Madrid en el play off, cualquiera que llegase al pabellón y no viese el marcador pensaría que el Obra estaba ganando. No era el caso. Pero la grada disfrutaba y reconocía una campaña inolvidable, difícilmente igualable.
La muesca más reciente
La última muesca remite al partido del Valencia, con la continuidad ante el Barcelona en la jornada siguiente. Y cobra más valor porque después de haber saboreado el caviar de las victorias ante rivales de Euroliga y de haberse codeado con la élite no es nada sencillo volver a digerir una derrota de pan y agua.
Fue, sin duda, uno de los tres peores partidos de los últimos tres años, una de las escasísimas ocasiones en las que al Obradoiro le salió todo al revés y, además, no encontró su perfil guerrillero. Pero la afición, con su reacción a falta de apenas dos minutos, coreando el nombre del equipo, no solo minimizó los daños sino que, como significaba Moncho Fernández a la conclusión del encuentro ante el Barça, puso la primera piedra de esa victoria frente al conjunto de Xavi Pascual.
Mike Muscala, uno de los nuevos del equipo, no sale de su asombro: «Esta afición es perfecta, no deja de animar, su apoyo es maravilloso».
A Rafa Luz, uno de los damnificados del choque ante el Valencia, no se le olvidará la semana posterior a ese encuentro: «Después del partido que tuvimos, recibimos mucho apoyo en las redes sociales y muchos mensajes de ánimo, también en Sar y en la calle cuando nos cruzábamos con la gente. Importa mucho saber que la gente nos quiere aunque perdamos un partido por treinta puntos. Fue el gas que necesitábamos».
En realidad, la afición solo hay una cosa que no perdona: la desidia. Y sabe detectarla. Es algo que no se le escapa a Micky Stobart: «Lo fácil hubiese sido echar tierra sobre nosotros tras perder contra el Valencia. Pero la gente es consciente de que, estemos mejor o peor, no dejamos de trabajar. Ante el Barça recogimos el fruto a ese trabajo, la afición disfrutó y eso es lo más importante».