Retrato de familia

José M. Fernández

DEPORTES

Los operarios colocaron ayer las lonas con la imagen del Centenariazo.
Los operarios colocaron ayer las lonas con la imagen del Centenariazo. marcos míguez< / span>

Riazor, la casa del deportivismo, comienza a lucir como la parcela particular de Lendoiro, el sitio de su recreo

04 dic 2013 . Actualizado a las 09:17 h.

Riazor, la casa del deportivismo, el lugar común de un sentimiento con más de 106 años de historia, comienza a lucir como la parcela particular de Lendoiro, el sitio de su recreo. A falta de que las lonas con las imágenes rodeen por completo el estadio, la historia del club parece haber comenzado en 1988. Ni rastro de un pasado menos exitoso, pero tan repleto de sentimiento como los últimos 25 años.

Ayer, Lendoiro culminó su gran obra, trató de resolver la duda que corroía a buena parte del deportivismo con una maquiavélica y particular maniobra. ¿Aparecerá Fran, el único jugador presente en los seis títulos conquistado por el Deportivo y el símbolo al que Lendoiro le ha atizado con especial crueldad, entre los protagonistas de las fotografías que adornarán el estadio de Riazor? Asunto resuelto. Ya nadie puede decir que falta. O Neno está. Eso sí, por imperativo legal y compartiendo plano con el presidente -en el centro- y los reyes. La foto del Centenariazo, la imagen que ha quedado en la retina del deportivismo de aquel 6 de marzo del 2002 en el Santiago Bernabéu, -no el mayor éxito pero sí el más simbólico, por el rival, el lugar y la fecha- se centra en Lendoiro. Toda una declaración de intenciones y una muestra de la escasa generosidad de un presidente que al que le falta tiempo para reivindicar los éxitos y escurrir el bulto cuando se trata de ponerle nombre y apellidos a la ruina económica a la que él mismo ha conducido a la entidad.

El Dépor soy yo; o conmigo o contra mí. Así ha actuado y actúa el presidente que ningunea a todo aquel que se atreve a esbozar una crítica, por nimia que sea, a su gestión.

No basta con que los administradores concursales hayan cuantificado la deuda en 160 millones de euros -cuando en diciembre del 2012, la que Lendoiro presentó a los accionistas no alcanzaba los 100- o hayan elaborado un informe en el que aseguran que el club estaba en causa de disolución desde 2006, denunciaban un modo de gestión ajeno a la realidad. Como en otros graves errores de gestión, -Javito, Vecindario, los últimos favores de Mendes...- la culpa ha sido del empedrado, de un entorno al que ha despreciado con el mismo descaro que exhibe ahora frente a algunos de los que en el pasado le mostraron su apoyo.

A las lonas que embellecen el exterior del estadio de Riazor le falta el retrato de familia, la imagen de Lendoiro y los suyos que han llevado al club al borde del abismo. Así sí estaría completo.