Bjoerndalen agranda su leyenda

sochi / dpa

DEPORTES

KAY NIETFELD

El biatleta noruego logró su séptimo oro olímpico y se queda a uno de su compatriota Dählie

09 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El biatleta noruego Ole Einar Bjoerndalen agrandó su su leyenda en los Juegos Olímpicos al lograr en Sochi su séptimo oro en la disciplina y quedarse a una medalla dorada de convertirse en el atleta invernal más laureado.

Bjoerndalen, de 40 años, se impuso en los 10 kilómetros esprint y conquistó su duodécima medalla olímpica, igualando el récord de su compatriota y esquiador de cross-country Björn Dählie, que tiene ocho oros.

La medalla de plata fue para el austríaco Dominik Landertinger, mientras que el bronce fue para el checo Jaroslav Soukup.

Con 40 años y 13 días, el noruego se convirtió además en el atleta de más edad en ganar una prueba individual olímpica, mejorando la marca del canadiense Duff Gibson, oro en skeleton en Turín 2006 con 39 años y 190 días.

Bjoerndalen recibió una amonestación, pero esquió más rápido que nadie para completar el recorrido en 24:33,5 minutos.

El biatleta, que está compitiendo en sus sextos Juegos Olímpicos, acumula siete oros, cuatro platas y un bronce en su palmarés. Bjoerndalen podría mejorar en Sochi los ocho oros y cuatro platas que logró Dählie entre 1992 y 1998, ya que participará el lunes en la prueba de 12,5 kilómetros persecución.

Decepción española

El español Víctor Lobo vivió un duro debut olímpico en el biatlón, pero se quedó con el lado positivo de poder competir con los mejores en los Juegos de invierno de Sochi.

«Tuve cuatro fallos en la primera tanda, ahí perdí todas las oportunidades que podía tener. Aquí no te perdonan los fallos», dijo tras concluir en la posición 84 en los diez kilómetros esprint, por delante de otros tres atletas.

Lobo aspiraba a estar entre los 60 primeros para asegurarse una plaza en la persecución del 10 de febrero, pero pese a no cumplir el objetivo aseguró estar conforme con su estreno olímpico en una actividad que describe como una afición.

«Como no soy profesional, no me juego nada aquí. Esto es un poco como un hobby, mi tiempo libre», comentó Lobo, un ingeniero forestal que trabaja en la Fundación del Hidrógeno de Aragón.