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El seleccionador firmó en noviembre su renovación hasta la Eurocopa del 2016, pero dejó entrever que podría irse según el resultado del Mundial
19 jun 2014 . Actualizado a las 23:29 h.En una institución tan inmóvil como la Federación Española de Fútbol, el seleccionador Vicente del Bosque será el que decida su propio futuro tras la debacle en el Mundial de Brasil.
La eliminación a manos de Chile después de dos partidos con siete goles en contra y sólo uno a favor trajo una secuencia lógica en el mundo del fútbol: decepción, críticas y especulación sobre el futuro el seleccionador. Lejos de pedir paciencia, Del Bosque alimentó los rumores sobre su continuidad. «Hay tiempo para buscar lo mejor para el fútbol español, y eso me incluye», dijo Del Bosque tras el 2-0 ante Chile en el estadio Maracaná.
El técnico firmó en noviembre la renovación de su contrato hasta la Eurocopa 2016. Pero ya entonces avisó: «Si al final del Mundial no nos sentimos cómodos y supone un trastorno para la Federación, no será un problema difícil de resolver».
La historia de la Federación Española durante los últimos 28 años, el tiempo que lleva Ángel Villar como presidente, denota un claro inmovilismo en la toma de decisiones respecto a los seleccionadores. El cambio de técnico siempre llegó por una renuncia personal de éste, nunca por una destitución, una palabra que a Villar le provoca alergia.
Luis Suárez se marchó en 1991 y los siguientes seleccionadores también abandonaron su cargo por decisión propia: Vicente Miera (1992), Javier Clemente (1998), José Antonio Camacho (2002), Iñaki Sáez (2004) y Luis Aragonés (2008).
Los casos de Clemente y Sáez fueron singulares. Ambos manifestaron su decisión de seguir tras sumar sendos fracasos -Clemente en el Mundial de 1998 y Sáez en la Eurocopa de 2004-, pero crítica e impopularidad les forzaron a renunciar, aunque fuera en contra de sus deseos.
También fue particular el caso de Aragonés. Tras fracasar en el Mundial del 2006, rectificó su pretensión inicial de marcharse y continuó los dos años más pactados con la Federación, que siempre lo respaldó por encima de las críticas. Su tozudez tuvo una recompensa: la conquista de la Eurocopa del 2008 y el comienzo de la época más gloriosa de la selección española.
En todos lo casos, la Federación dejó cualquier decisión en manos del seleccionador y nada hace indicar que la inercia cambiará con Del Bosque, el entrenador que guió a España al su único título Mundial.
La Federación quiere que siga
Un elemento distintivo en el caso de Del Bosque es su «sensibilidad» ante la crítica. A diferencia de sus inmediatos predecesores, el actual seleccionador sí lee todo lo que se publica y confiesa su permeabilidad a lo que se escribe.
Además, Del Bosque deberá convivir con el rumor, pues en diferentes tertulias los analistas españoles comienzan a sugerir ya nombres de eventuales candidatos a la sucesión: Rafa Benítez, Joaquín Caparrós, Juande Ramos o Eusebio Sacristán, por citar sólo unos pocos. Y seguirán apareciendo más.
Ahora está por ver si a sus 63 años, Del Bosque se siente fuerte no sólo para resistir tantas críticas, sino también para liderar un cambio, una reforma a la que inevitablemente parece abocada una selección que perderá poco a poco referentes como los de Xavi Hernández, Iker Casillas, David Villa y demás.
El futuro de España comenzará el lunes, cuando juegue ante Australia su último partido del Mundial de Brasil. Entonces, Del Bosque decidirá -y probablemente anunciará- si sigue al frente de la selección española o si da un paso al costado. La Federación le dejará la última palabra.