Brasil y Holanda hacen penitencia

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Buscan motivación en la obligación para encarar la contienda por el tercer puesto

12 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Brasil y Holanda disputan esta noche el penúltimo partido del Mundial, el de la penitencia. Más para los anfitriones que para los tulipanes, porque unos encararon la gran cita en busca de la sexta estrella y los otros, en pleno proceso de renovación, fueron avanzando hasta quedarse a las puertas de la lucha por el título. La sensación cercana de lo que pudo ser y no fue duele más que lo que incentiva disputar la final de consolación. Y, así las cosas, los dos equipos buscan la motivación en la obligación para encarar el partido que decide quién será tercero y quién cuarto.

Brasil paga el pecado de su apuesta por un fútbol de arrastre. Y después del 1-7 frente a Alemania, que todavía supura y tardará en cicatrizar, será el reencuentro con la Torcida, con una afición que sigue digiriendo la incredulidad y el cabreo.

A Holanda el arrepentimiento quizás le llegue por su falta de ambición en el duelo con Argentina. Con el paso de los minutos intentó poner otra velocidad, pero no terminó de soltar el freno de mano. Y los penaltis no le sonrieron.

La pugna por el tercer puesto les cae tan a contrapié a los dos contendientes que en ambos casos ya se habla más del futuro. En Brasil vuelve a cobrar fuerza la añoranza del «jogo bonito». En Holanda le agradecen a Van Gaal que ya hubiese empezado la transición generacional antes del Mundial, dando presencia y protagonismo a jóvenes que vienen empujando.

Incertidumbre de partida

En un contexto tan poco ilusionante, las formaciones iniciales de los dos contendientes se presentan más inciertas que nunca. Incluso en el caso de Scolari, poco amigo de los cambios, y que manejó algunas variantes en el último ensayo. Pero parece poco probable que apueste por una revolución en la despedida, sobre todo por el riesgo de que dé resultados. Sería muy extraño que Brasil se deshiciese de sus grilletes ya que desde que Scolari tomase las riendas, a finales de 2012, siempre ha jugado con el mismo libreto.

Cuando menos, recupera a Thiago Silva para el centro de la defensa. Su ausencia por tarjetas dejó un agujero de dimensiones desconocidas. No obstante, y según informa la agencia Efe, el central no tomó parte en el último entrenamiento, sin que nadie explicase el porqué.

Van Gaal se ha significado por ser el entrenador que más ha cambiado el equipo durante el campeonato. Esa línea nada inmovilista, en el marco de la regeneración antes indicada, quizás le lleve a dar minutos a algunos de los emergentes. Además, jugadores como Van Persie, De Jong o Martins Indi vienen conviviendo con problemas físicos de menor importancia.

Holanda tiene, además, la desventaja de un mayor desgaste, ya que tanto en cuartos de final como en las semifinales acabó yendo a la tanda de penaltis. Y ha dispuesto de veinticuatro horas menos que su rival para recuperar fuerzas.

El partido será especialmente duro para jugadores como Sneijder, Van Persie y Robben. En Sudáfrica llegaron a la final y cayeron frente a España cuando la prórroga expiraba. En Brasil, con treinta años, se les presentó una segunda oportunidad. Y se han quedado a las puertas del choque decisivo por los lanzamientos desde los once metros. Puede ser su despedida de las citas mundialistas.

Entre las muchas incógnitas que rodean el encuentro de esta noche en Brasilia, hay una que se despejará antes de que se ponga el balón en juego: la del recibimiento que dispense la afición local a sus jugadores tras la enorme decepción del martes.

Poca más historia cabe esperar de un duelo entre dos contendientes que llegaron lejos sin alardes y que no ocultan su escaso entusiasmo por un partido que es una penitencia.