
El español, que solo gana la mitad de los partidos desde Roland Garros, llega sin rodaje a Australia y necesita otra de sus sorprendentes actuaciones
17 ene 2015 . Actualizado a las 13:30 h.El presente sitúa a Rafa Nadal en pelea contra la lógica, su pasado le presenta ante otra oportunidad para una hazaña en el Open de Australia.
Desde que levantó su novena Copa de los Mosqueteros, Nadal no levanta cabeza y debutará en Melbourne frente al ruso Mikhail Youzhny después de más de medio año entre tinieblas tenísticas y físicas. Tras ganar Roland Garros, no pasó nunca de cuartos y apenas ganó algo más de la mitad de sus partidos, con ocho victorias en quince compromisos. Algunas derrotas aguijonearon su prestigio. Se dejó seis partidos ante jugadores fuera del top-20, rivales ante los que antes era fiable. Brown, Kyrgios, Klizan, Feliciano López, Coric y Berrer. La más fresca es esta última afrenta ante el tenista de 34 años, número 127 del mundo, en el torneo que debía servir a Nadal como rodaje. Cayó en Doha por 1-6, 6-3 y 6-4 en su único encuentro oficial del 2015 y ya no compitió más.
El físico, las lesiones, la falta de confianza explican la reciente figura desdibujada de Nadal. En realidad, los problemas tuvieron su germen en la final del anterior Open de Australia, cuando perdió ante Stan Wawrinka después de lesionarse en la espalda durante el peloteo. Esas molestias le acompañaron durante parte del año. Pero lo peor vino luego. La lesión de muñeca le apartó de Toronto, Canadá y Nueva York, compitió luego con un principio de apendicitis que le obligó a renunciar a París-Bercy y la Copa de Maestros. Y entonces se reseteó.
Pero aún no ha conseguido reencontrarse. Abrió el 2014 con una paliza ante Murray por 6-2 y 6-0, que solo palió en parte su triunfo ante Wawrinka por 7-6 (1) y 6-3. Aquello era la exhibición de Abu Dabi, luego perdió ante Berrer y evitó competir más.
Los cinco sets del formato de Australia penalizan menos una desconexión momentánea. Y, como acostumbra en grandes, podría crecer conforme avance el torneo. Pero ya advirtió que un regreso arrollador como el del 2013, cuando arrasó tras siete meses inactivo por lesión, ganando diez de sus trece siguientes torneos, resulta improbable. «La gente recuerda mi regreso de 2013, pero la verdad es que volví en una situación perfecta para mí, con las condiciones perfectas: tierra batida, no pista dura, torneos ATP de categoría 250? Fue lo mejor posible para recuperar mis sensaciones», ya matizó Nadal tras sus dudas de Abu Dabi.
Cuanto más se echa la vista atrás, más argumentos se encuentran para creer en esa recuperación milagrosa de Nadal en Melbourne. Porque la carrera del mallorquín se encuentra repleta de hazañas, sorpresas y regresos a lo grande después de situaciones delicadas que pusieron en jaque su carrera.
Mientras, el ránking, ese termómetro de la regularidad de los últimos 12 meses, también lanza una amenaza a Nadal. Nishikori podría arrebatarle el número tres de la clasificación, y también Murray, Berdych y Raonic con combinaciones de resultados algo más complejas. Pero el español no se aparta de su camino, consciente del único camino que le devuelva a la cima. «Mi principal objetivo es el entrenamiento de mañana», acaba de recordarle a L'Equipe. Palabra de Nadal, desde el trabajo, otra vez contra la lógica.