En el Gran Hermano de la Volvo

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

DEPORTES

Cedida

El gallego Manuel Capeáns participa en las tareas de control de la vuelta al mundo a vela, una de las regatas oceánicas más prestigiosas del planeta

22 jun 2015 . Actualizado a las 08:22 h.

A la temprana edad de diez años, cuando la mayor parte de los críos ven el deporte a través de un balón, el compostelano Manuel Capeáns empezó a familiarizarse con la vela y el mar en las aguas de Portosín. Enseguida supo que de esa pasión saldría una vocación. Se hizo marino mercante y ejerce como controlador de Salvamento Marítimo en el centro de Fisterra. Y, cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en la Race Control de la Volvo Ocean Race, no lo dudó. Como si a cualquiera de aquellos chiquillos de diez años les ofreciesen ser testigos privilegiados de una final de la NBA o de la Champions. Porque esa es la opción que se le presentó a Capeáns, la de estar durante un año en el Gran Hermano de la Vuelta al Mundo a vela, en la oficina de control por la que pasan todos los detalles de la prueba.

«En la Volvo la tecnología permite la monitorización en tiempo real de todos los barcos -explica- en el lugar más remoto del plantea. Cada diez segundos nos llega toda la telemetría, por lo que sabemos su posición, rumbos, velocidades, intensidad y dirección del viento, variables atmosféricas, cargas del aparejo... Hasta cuarenta variables». Reciben todo tipo de información sobre las embarcaciones y también les facilitan datos sobre la meteorología y las condiciones de seguridad.

La experiencia está respondiendo a las expectativas de Manuel Capeáns: «Para mí es un sueño hecho realidad, como hacer el mejor máster posible. El gran valor de la Volvo es la posibilidad de aprender mucho de navegación oceánica a vela dando la vuelta al mundo, y es lo que me gusta compartir». Al fin y al cabo, ha tenido la oportunidad de prestar apoyo a los barcos a su paso por zonas de gran actividad de piratería como son las de África Oriental y el Estrecho de Malaca; o en condiciones de máxima exigencia por la amenaza de huracanes, en lugares de icebergs o tratando de sortear las exasperantes calmas ecuatoriales con el mercurio del termómetro disparado; viendo como se comportan las tripulaciones en circunstancias muy duras, sin más duchas que las que pueda proporcionar la lluvia, alterando el sueño porque las maniobras lo requieren, y tomando comida liofilizada.

Algunas etapas llegan a durar casi cuatro semanas sin tocar puerto. Y Capeáns es partícipe desde tierra.

«La tecnología permite la monitorización en tiempo real de todos los barcos»

«Para mí es un sueño hecho realidad, como hacer el mejor máster posible»

La edición de este año de la Volvo Ocean Race tiene una singularidad: todas las embarcaciones son exactamente iguales. Es como si en la fórmula uno todos los pilotos dispusiesen del mismo chásis y la misma mecánica en cada carrera.

Y hay otro detalle, en este caso directamente relacionado con la competición, que tampoco deja de ser singular. Cabo de Hornos suele llevarse la fama por las duras condiciones de navegación que es frecuente encontrar en ese punto del hemisferio sur. Pero fue al paso por las inmediaciones del litoral gallego y el Cantábrico donde los tripulantes tuvieron que cardar la lana. Ahí se encontraron con un escenario muy adverso.

«Navegando a vela -comenta Manuel Capeáns- todo depende de por donde te entra el viento. Si es a favor, nunca resulta demasiado malo, si en el morro, es malo incluso cuando no sea muy fuerte. En este caso, les tocó desde Fisterra a Lorient con viento en el morro, duro y muy incómodo».

Dos días y medio dando botes

Xabi Fernández, copatrón del Mapfre, lo explicaba del siguiente modo: «El barco va dando botes fuertes, con esas olas que van pasando por encima. Va muy escorado y se complica comer, dormir... Eso va pasando factura. Pasamos dos días y medio así. Tampoco fueron demasiados, pero se hace duro. Sufres mucho por el barco y hay mucha tensión, porque nunca sabes cuándo se va a romper algo».

En cualquier caso, la etapa se saldó sin incidencias reseñables. Hasta la fecha, las más graves han sido el embarrancamiento del Vestas Team en Isla Mauricio y una rotura de mástil del Dongfeng en las inmediaciones del Cabo de Hornos.