






























El pívot, que logró la máxima anotación de su vida con la selección, el ajuste defensivo y la mentalidad de hierro, claves para derrotar al equipo de Parker
18 sep 2015 . Actualizado a las 12:30 h.Al terminar el partido contra la temible Grecia de Spanoulis, Pau Gasol soltó un grito en medio del corrillo que formaron los jugadores de la selección en el centro de la cancha: «Vinimos aquí para ganar a Francia». Mientras lanzaba la proclama al aire, los ojos del mayor de los Gasol se iluminaron. Pocos creyeron que iba a ser posible una hazaña de esta magnitud. Una España mermada físicamente, con piezas trascendentes como Rudy Fernández, Sergio Llull o el propio pívot de Chicago tocadas, se enfrentaba ante el anfitrión, frente a una colección de cromos de la NBA con el viento soplándole a favor.
Pero, poco a poco, la pizarra de Scariolo y el empuje de un bloque repleto de corazón fueron doblegando la inspiración francesa. Cuando Parker y compañía se dieron cuenta de que habían caído en la trampa de España, ya era demasiado tarde. Acabarían perdiendo, antes o después.
¿Cuál fue la clave para que España acabase remontando?
Evidentemente Gasol. Consiguió con 40 puntos su máxima anotación con la camiseta de España. Pau fue el principio y el final, el punto y la coma de un combinado que quizás no destila el talento de otras ocasiones, pero que ha sabido multiplicar sus esfuerzos en torno a su magnífica figura. De hecho, jugadores que no han aportado demasiado en la faceta ofensiva han sido pilares en defensa. Mención especial merecen Felipe Reyes y Claver. El jugador valenciano que apenas había participado en los encuentros de la fase de grupos se ha vuelto decisivo en momentos delicados para España.
¿Por qué no brillaron hombres como Parker o Batum?
Scariolo había comentado en varias ocasiones antes de que comenzase el Eurobasket que el futuro de la selección pasaba por la defensa. Si todas sus hombres conseguían aplicarse, no tenía ninguna duda de que llegarían lejos en el torneo continental. Contra Grecia España elevó un punto su listón, pero ayer lo bordó. Exigió a Francia que su selección de tiro no fuese la mejor. Los galos consiguieron maquillar con algunas canastas imposibles esta virtud española. Pero España perseveró en su derroche, nunca se rindió, pese a que siempre semejó que navegaba contracorriente, no bajó los brazos.
Mentalmente, la selección fue una apisonadora. Y el trabajo seguro y paulatino de Gasol brotó hacia el final del encuentro, cuando todos los interiores de Francia estaban cargados de faltas y sus exteriores tenían la lengua de fuera.
¿Cómo compensó su déficit en la faceta reboteadora?
Probablemente, una de las cosas que más daño le hizo a España ayer y que permitió que Francia caminase por delante con holgura durante parte del partido fue su inferioridad en el rebote. Hasta el tercer cuarto había permitido segundas jugadas que concluyeron con puntos en contra para el grupo de Scariolo.
Una nueva vuelta de tuerca a la parcela defensiva, gracias a esa zona de ajuste, y el desgaste de los hombres altos de Francia, acabaron equilibrando la balanza. Después, ya en la prórroga, cuando Gasol consiguió arrancarle la quinta falta a Gobert, los anfitriones terminaron por diluirse. Pau se convirtió en amo y señor de la pintura. Nada ni nadie pudo frenarlo hacia la gloria, hacia esa soñada final.
¿Quiénes acompañaron ayer a Gasol en el ataque?
No estuvo inspirado Mirotic, pero en favor del polivalente cuatro cabe decir que jamás se esconde y asumió la responsabilidad cuando a otros se le encogía el brazo. Llull fue un gigante a la hora de secar a Parker, aunque también aportó algunas canastas de mérito cuando más cerrada estaba la defensa francesa sobre Gasol. Pero, sin duda, el encargado de revolucionar a España fue el Chacho. El base del Real Madrid hizo padecer a Parker su constante movilidad. En ese desajuste España encontró una autovía hacia su mejor baza, el eterno Gasol.