Villar ha estado agazapado. Escondido en sus trincheras, esperando que su nombre no sonara demasiado en medio de la tormenta que está cayendo en el fútbol internacional. Rezaba para que el FBI, el Comité de Ética de la FIFA, el CSD... se olvidasen de él. Pero parece que va ser imposible.
Ayer Blatter le apuntó con bala. Y no fue de una forma ingenua. El suspendido presidente de la FIFA sabe muy bien que los tejemanejes de votos entre España, Catar y Sudamérica en el momento de la elección de los Mundiales del 2018 y 2022 a los que él se refiere, no se ajustaban a las normas. Y decirlo públicamente es una invitación a que se abra una nueva investigación a quien haya participado de ello. Blatter le ha dado una buena puñalada a Villar.
En buena lógica, si existe tal cosa en el entorno de la FIFA, el Comité de Ética debería abrir una nueva línea de investigación a quienes pudieran haber participado del mercadeo de votos. Villar ya está expedientado por entorpecer la investigación sobre la concesión de los mundiales de la polémica. Pero una cosa es no colaborar y otra trapichear con los votos. En el caso de abrirse un nuevo expediente, al presidente de la Federación Española de Fútbol podrían suspenderle temporalmente, al igual que hicieron con Blatter y con Platini, o incluso por varios años o de por vida. A nadie le extrañaría, sino todo lo contrario. Y en el caso de que se produjera tal situación, sería el fin de Villar, que no podría presentarse a las elecciones federativas en España y quedaría desactivado del todo en el panorama futbolístico. Porque no hay que olvidar que aunque la práctica de pactar el intercambio de votos se haya realizado frecuentemente, está prohibida.
Por todo ello, ayer no fue un buen día para Ángel María Villar, que a buen seguro cruza los dedos para que la entrevista realizada por el Financial Times a Blatter pase de largo cual si fuera una tormenta de verano. Pero ya no estamos en verano y no sería muy explicable que nadie tomara cartas ante esta revelación de Sepp. Los días se le están haciendo largos al dirigente vasco. Tremendamente largos. Y al fútbol español, que necesita una regeneración federativa tan urgente como la de la propia FIFA.