Antón Paz: «Algo podría construir que flotara»

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

DEPORTES

Abraldes

Obligado a dejar la senda olímpica, Antón Paz, campeón en los Juegos de Pekín 2008, inicia su carrera en barcos voladores

09 ene 2017 . Actualizado a las 11:59 h.

Sin atreverse a calificarlo de aparte o final, Antón Paz (8 de agosto de 1976) acaba de redondear el punto a su brillante carrera olímpica. Atracando su 49er en un mar muerto de patrocinios. Adiós seguido de un hola al futuro de la vela de alta competición en el M32 Movistar, el barco volador que otro oro olímpico, el vasco Iker Martínez, acaba de botar en la tercera categoría mundial. Hablamos con el último campeón en la clase Tornado en unos Juegos (Pekín 2008), y uno de los contados hombres que pueden presumir de haber sido elegidos mejor regatista del mundo, en el 2005 con su amigo y pareja de gloria el pontevedrés Fernando Echavarri.

-Menudas deben de ser las sobremesas navideñas en su familia con su tío Carlos en la mesa...

-Sí. La verdad es que todos los años hay muchas risas. Normalmente le tenemos que decir que pare, porque acabamos con agujetas en la barriga. Son unas fechas especiales que da gusto poder compartir con mis tíos y primos.

-Adiós al sueño olímpico en el 49er junto a su hermano. ¿Dejamos ir con Dios al 2016?

-Era un sueño que teníamos y no se pudo hacer realidad. Se truncó en el 2015 por una serie de enfermedades y problemas médicos. No es una excusa, pero sí es cierto que limitaron un poco nuestra preparación, e hizo que no pudiésemos clasificarnos para Río. Una rabia por mi hermano, y por mis terceros Juegos.

-Pero al final, lo que son las cosas, sí disfrutó de sus terceros Juegos Olímpicos... con pasaporte griego.

-Sí. Al final pude estar en Río como entrenador -de la clase mixta Nacra 17-, y ver los Juegos desde otra perspectiva.

-Ahora que aún se escucha el eco de los villancicos. ¿De esta agua no volveré a beber?

-¡Ufff...! [Breve silencio] Es difícil. Mira el ejemplo de Fernando -Echavarri-. Parecía que ya lo había dejado, se le presentó una ocasión, y la supo aprovechar bien. Nunca debes decir que no. A nivel físico voy a seguir bien. Arrancar un proyecto olímpico en los próximos años no sería descabellado. Pero tendría que estar avalado por un patrocinio que me permitiese dedicarme a ello al cien por cien. Ahora mismo es complicado. Ahora mismo toca dejar la vela olímpica, y adentrarme en otro tipo de modalidades para ganarme la vida.

-Guardado pues el tema olímpico. Por cierto, ¿no será de los que metieron la medalla en un cajón?

-[Risa] Normalmente está guardada en un cajón, en una cajita con motivos chinos, la que venía con la medalla, junto con otras medallas del circuito mundial de clases olímpicas. El certificado del oro lo tengo colgado en un cuadro. Pero si hay la oportunidad, la saco para que la pueda ver la gente. Estos últimos días la tuve cedida a un gimnasio en el que estuve trabajando, para que todo el mundo pudiera tenerla en sus manos. Generar ilusión. Hacer ver que los campeones olímpicos somos gente normal; que al final es dedicarse con empeño a ello.

-Le dio antes a otros deportes. ¿Por qué se entregó a la vela?

-La suerte que tengo es que mis padres siempre nos animaron a hacer deporte. En Madrid hice fútbol sala y yudo. Al llegar a Vilagarcía también hice fútbol, por mis primos. Recuerdo jugar al fútbol sala y cambiarme en el coche para llegar a tiempo de jugar el partido de baloncesto en un pabellón en otra punta de Vilagarcía. ¿Por qué la vela? Fue de forma fortuita. Mi padre, aunque no tenía ni idea, se empeñó en que mi hermano y yo la probásemos. Empecé a competir, y acabó siendo el deporte de la familia. Aprendí yo, aprendió mi hermano, y aprendió mi padre.

-Y eso que no le gustó de inicio...

-No. El primer curso que hice fue en un barco escuela, con varios niños, un poco aburrido. Tuvo que pasar un año para probar de nuevo, en optimist, y me gustase.

-¿Qué da más miedo, que se le rompa una pértiga a cuatro metros de altura -Antón fue campeón gallego promesa de la especialidad-, o un mástil con 20 nudos de viento en medio del mar?

-La verdad es que la sensación de la pértiga es un poco la que puedo tener en el 49er o ahora en el M32. Que si todo va bien es un riesgo controlado, pero si algo falla, te puedes llevar un buen golpe. En pértiga me llevé cinco puntos en la nuca, al partirse en una prueba de la Liga Nacional. Tengo la cicatriz. No fueron tantos puntos como en Tornado; me golpeé contra el travesaño de proa, y llevé 18 puntos. También tengo cicatriz. En el Tornado sumé 22 puntos.

-Y ahora, metido en barcos voladores. Se ve que le gustan las alturas...

-Bueno, es la evolución de nuestro deporte. La vela profesional va enfocada por ahí. Y volver a los catamaranes es un placer.

-Viendo que se apresta a abordar el récord de la Vuelta a Mallorca, ¿qué se llevaría a una isla desierta?

-¡Ufff...! Complicado. Un barco no, porque lo podría fabricar allí. Nuestro deporte nos obliga a estar mucho tiempo en puerto encima de los barcos. Tener siempre en la mano un taladro. A fuerza de la práctica, algunas nociones tengo para poder construir ya algo que flotara. Me llevaría a la familia.

En corto

-Lo primero que se me viene a la cabeza para definirlo es ‘muy buena gente’. ¿Cómo hace para que hablen así de bien de usted en un mundo, el deporte de élite, tan competitivo?

-Yo soy de la idea de que lo que se sabe hay que compartirlo. No hacerlo me parece egoísta, y una forma mala de progresar. Tienes unos conocimientos, pero abrirte a otra persona y que otra persona se abra a ti permite darte una perspectiva distinta, y aprender más. Y lo más importante es que cada día te vas a dormir a gusto.

-Se lo conoce por hombre familiar... Casado dos veces en seis meses.

-Sí. Conocí a mi mujer en Argentina, de donde es ella. Tenía probabilidades viajando tanto. Nos casamos en octubre en Vilagarcía, y en marzo allá. Coincidieron las dos bodas con el cambio horario. Tuvimos en las dos una hora más de día. Mi mujer y yo intentamos estar el mayor tiempo posible con las niñas, para que aprendan los valores de la familia.

-¿Y cuáles son esos valores?

-Sobre todo el respeto a los demás. El resto viene de ahí.

-Con su profesión, más que un deportista, en casa parecerá un pescador de alta mar. Será duro pasar tanto tiempo lejos de su familia...

-Sí. La verdad es que tiene bastante relación. Mi abuela siempre me echaba en cara que iba muchas horas al puerto y no traía nada del mar, ni marisco ni pescado. Me paso mucho viajando. Pero ahora la tecnología, con Skype, hace que puedas tener mucho contacto. Mi hija pequeña, Juana, que tiene mucho carácter, si la llamo por teléfono me cuelga. Solo quiere hablar conmigo si me ve.