El Dakar recobra su fama de carrera extrema

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FRANCK FIFE / AFP

Ya son más de 70 los pilotos que desertaron, una cantidad considerable si se tiene en cuenta que largaron 335 participantes

11 ene 2018 . Actualizado a las 16:02 h.

Cuando se lanzó la edición 2018 del rally Dakar sus organizadores anticiparon que sería la versión más exigente de las disputadas en Sudamérica. Esa frase se repitió en los últimos años, en los que la carrera tuvo sus dificultades, aunque no fue tan extrema como para ganarse ese calificativo.

En 2017, por ejemplo, un temporal que azotó Bolivia y Argentina provocó la cancelación de varias etapas convirtiendo a la legendaria prueba en un paseo veloz entre Asunción, la capital de Paraguay, y Buenos Aires. El regreso de Perú al itinerario dakariano hizo cumplir, finalmente, esa promesa y esta edición 2018, que todavía no llega a la mitad de su recorrido, tuvo varios abandonos producto de las dificultades que enfrentaron los competidores en el desierto incaico.

«Tuvimos que trepar dunas inmensas. Íbamos de un way point (punto de control) que estaba en una duna chica a otro que se ubicaba en la cima de una enorme y así constantemente», dijo el argentino Lucio Álvarez, piloto del equipo Overdrive que volvió al Dakar después de dos años de ausencia seducido por la arena peruana. Con cinco días de carrera ya son más de 70 los pilotos que desertaron, una cantidad considerable si se tiene en cuenta que largaron 335 participantes.

Los accidentes fueron muy comunes entre los motociclistas. Como sucedió con el francés Adrien Metge (Sherco), quien se fracturó la tibia en la primera etapa (Lima-Pisco) o el inglés Sam Sunderland (KTM), campeón en 2017 y que abandonó en la cuarta (San Juan de Marcona-San Juan de Marcona) por una lesión lumbar. Aunque la peor parte se la llevó el checo Ondrej Klymciw (Husqvarna). Se accidentó en la tercera jornada (Pisco-San Juan de Marcona) y permanece internado en el Hospital Angloamericano de Lima.

La organización no ha dado mucha información sobre su estado de salud, aunque su esposa afirmó a través de las redes sociales que está en un «sueño artificial». Los pilotos de la categoría autos tampoco estuvieron exentos de situaciones límites.

El estadounidense Bryce Menzies destruyó su buggy Mini en el segundo día de carrera (Pisco-Pisco) y el español Nani Roma (Mini) quedó al margen del Dakar 2018 en la cuarta jornada por caer en una zanja que, aparentemente, no estaba señalizada en el road-book.

Roma fue llevado a un hospital de Lima para hacerle estudios de rutina y recién fue dado de alta a las 48 horas de su ingreso.«Se nos había olvidado que el Dakar es una carrera dura. Las anteriores ediciones fueron más sencillas, pero esta vez está siendo una competencia de verdad», sostuvo Roma, quien tras dejar el hospital tenía pensado viajar a España.

Las dunas de Perú tampoco fueron una buena experiencia para el portugués André Villas-Boas (Toyota), el técnico de fútbol que debutó en esta edición. Se lesionó la espalda en un salto y terminó su aventura dakariana tras cuatro días. Al igual que Roma, Villas-Boas fue hospitalizado por precaución.

El Dakar ni siquiera perdonó a Sébastien Loeb, nueve veces campeón mundial de rally y piloto del equipo Peugeot. El francés quedó encajado en un «cenicero», como se denomina a los enormes pozos que hay en medio de las dunas, con la mala suerte de que su navegante monegasco Daniel Elena sufrió un golpe en la espalda que les impidió continuar. «Nos caímos de lleno al hoyo y Daniel se golpeó. Por su situación íbamos despacio y en cuanto superaba los 30 km/h se ponía a gritar de dolor», relató el francés. El Dakar, esa carrera que se hizo famosa por su dureza, volvió con todo para celebrar su edición número 40. De eso no hay dudas.